martes, 21 de abril de 2009

Etapa CERO: El Traslado

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Jueves, 26 de Marzo de 2.009 - Soleado y con buenas temperaturas

Para el traslado al punto inicial en Saint Jean Pied-de-Port decidimos como opción más conveniente alquilar una furgoneta con capacidad suficiente para cinco personas, más las cinco bicicletas y los respectivos equipajes. Conseguimos una Ford Transit de 9 plazas, que quedaron reducidas a 6 al abatir el asiento trasero, pero la capacidad del maletero se adaptó a la medida de nuestras necesidades. No es una solución fácil, porque la furgoneta hay que entregarla a una hora determinada en un lugar en que la empresa de alquiler tenga delegación (en este caso en Pamplona), pero a través de un amigo encontramos a una persona, Juan, que se brindó a ayudarnos. Lo recogeríamos a la ida en Pamplona, vendría con nosotros hasta el final, y a partir de ahí se haría cargo de la furgoneta para llevarla de nuevo hasta Pamplona y entregarla allí sin "confesar" que había salido de territorio nacional (habría que pagar una cantidad adicional).

El día del viaje comenzamos muy temprano la ruta de recogida del personal en sus domicilios con "puntualidad gallega", acomodando bicicletas y equipajes con rapidez, de la manera que ya habíamos probado la tarde anterior. A eso de las 08.00 h. ya estábamos circulando por la autopista A-6 rumbo a Francia con la idea de llegar a Pamplona con tiempo suficiente para realizar la "maniobra" descrita.












El viaje transcurrió por los cauces previstos, parada a comer incluida, y sin más contratiempo que algún despiste al pasar por Vitoria, debido a que en la autopista que la bordea no está indicada la dirección a Pamplona (hay que seguir en dirección Bilbao hasta que más adelante aparece algún cartel indicador). A partir de Pamplona, nuestro acompañante demostró ser un auténtico "crac". No ya por el hecho del enorme favor que nos estaba haciendo, sino porque nos amenizó el viaje de manera insospechada. Nos dió gran cantidad de información sobre el Camino (pertenecía a una agrupación de Amigos del Camino de Santiago) y, de haber tenido más tiempo, nos habría contado la historia de Navarra con pelos y señales. Muy ameno.

LLegamos a Saint Jean Pied-de-Port sobre las 17.00 h. La primera obligación, dirigirse al 39, Rue de la Citadelle a la oficina de acogida, donde hay que inscribirse y sellar de salida la credencial de peregrino, documento que acredita tal condición.


Allí nos dieron información, nos proporcionaron un lugar para dejar a cubierto las bicicletas hasta el día siguiente y nos enviaron al albergue público (hay varios privados), situado en el nº 55 de la misma calle. Juan tenía el tiempo justo para llegar al aeropuerto de Pamplona y entregar la furgoneta antes de las 20..00 h, y cumplió su parte.

El albergue está en un edificio antiguo con muros de piedra y ventanucos altos, con habitaciones a diferentes niveles unidas por una escalera en bajada, y con los servicios al principio y al final de la escalera. Muy austero, ambientado para comenzar la andanza de peregrino. Después de acomodarnos en una habitación comunitaria ocupada por otras cuatro personas, ya casi al caer el sol, nos fuimos a conocer el pueblo. Con la luz cada vez más escasa para sacar fotografías, pero con tiempo suficiente para tomarnos unas "garimbas" (bière pression) antes de cenar, quedamos gratamente sorprendidos.













Fuimos a cenar al sitio donde nos recomendaron en la oficina de acogida (Chez Dédé 3, rue de France), muy próximo al albergue, y la verdad es que acertaron de pleno, porque por un módico precio cenamos estupendamente con el menú del peregrino. También fue importante la información que nos suministraron sobre el estado del camino, ya que nos disiparon las dudas que teníamos sobre el itinerario a seguir al día siguiente.

Para Acceder a Roncesvalles hay dos alternativas posibles, ambas exigentes físicamente: El camino de la montaña o Ruta de Napoleón, que asciende hasta una altitud de 1430 m (collado de Lepoeder) o la variante de Valcarlos, que atraviesa el puerto de Ibañeta de 1.057 m. de altitud. El primero es más difícil, pero el paisaje que se puede contemplar es impresionante. El segundo es más seguro, y aunque discurre por zona arbolada, tiene el inconveniente de que va por una carretera con tráfico.

Nuestras dudas provenían de que la predicción meteorológica no era muy segura, y temíamos que se nos echasen las nubes encima en medio del monte. Decidimos no arriesgar en la primera etapa y seguir el itinerario más seguro, en el momento en que nos informaron de que el terreno no estaba transitable, con las pistas con nieve y mucho barro, y de que en los día anteriores habían rescatado a un peregrino en bicicleta y habían encontrado el cadaver de una chica semienterrado en la nieve.

A las 22.00h, hora marcada para el cierre de la puerta del albergue, nos recogimos para descansar, ya que la noche anterior no habíamos dormido mucho y estábamos cansados. No conseguimos nuestro objetivo, porque nuestros acompañantes, ya para entonces acostados, comenzaron un concierto de ronquidos con sonido cuadrafónico del que no había manera de zafarse. Ni con aplausos, ni con chasquidos, ni dando voces. Seguían impertérritos con su interpretación "musical". A eso de las 3 de la madrugada, vencidos por el cansancio, nuestros oídos superaron el umbral del desagradable sonido y nos quedamos dormidos. Corto descanso para la dura prueba del día siguiente.












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