domingo, 19 de abril de 2009

REFLEXIONES IMPENITENTES

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¡...Con perdón...!

Después de haber finalizado la pequeña aventura del Camino de Santiago, que me ha aportado "luz y fuerza", y una vez transcurridos los ritos sociales de la Semana Santa, me parece oportuno dedicar un pequeño espacio para aportar mi particular punto de vista a un tema de gran importancia para muchos. Se trata de la religión como hecho social.

Seguramente es muy pretencioso por mi parte abordar este asunto, y probablemente muy escaso el espacio que puedo dedicarle, dado que forzosamente he de sintetizar al máximo mis ideas sobre un objeto que suscita controversias de todo tipo y, por tanto, necesitaría de muchas matizaciones. A pesar de todo ello, me parece un asunto apasionante y voy a "pecar" de atrevido.


Considero que toda religión es un sistema de valores colectivo, fundamentado en cada caso sobre una proporción singular de conocimientos y de creencias en lo desconocido. Se manifiesta a través de una interpretación específica del orden natural y social, que implica todo un sistema de comportamientos y de actos rituales. Los individuos se adscriben a ella en diferentes grados, ya sea por educación, por convicción o, según los casos, por coacción, llegando a interiorizar ese sistema de valores, a identificarse con ellos y a asumirlos como propios.

Es aquí donde radica su importancia, tanto a nivel social como individual, como elemento que puede colaborar a unificar y a cohesionar a una colectividad y como criterio de comportamiento y apoyo en los momentos de duda. Nada más... ni nada menos.

Cada una de las religiones y su singular sistema de valores ha estado o está asociada a un determinado colectivo humano. Por ello, todo buen gobernante debe de conocer su extraordinario valor, ya que a lo largo de la historia hay múltiples ejemplos de que en base a la religión se han acometido objetivos tan dispares como el de ejercer un férreo control sobre la población o el de tumbar gobiernos o sistemas sociales. Por ello sus seguidores han sido perseguidos en ocasiones... y perseguidores en otras.

También supone una labor constante de las autoridades religiosas, puesto que su sistema de valores ha de estar permanentemente actualizado, adaptándose progresivamente al nivel de conocimiento social alcanzado por el colectivo al que está asociado. Nivel que, en la medida en que se va ampliando, retoca y reconduce las creencias nuevamente al ámbito de lo desconocido, en el que la imaginación y los mitos tienen preponderancia.

Las religiones abiertas, con vocación de universalismo, han hecho este recorrido en una u otra medida, y se han adaptado a contextos sociales diversos y cambiantes como medio de ampliar su ámbito de influencia. Las religiones cerradas, en cambio, han antepuesto sus principios y creencias a la evolución del conocimiento y han ido desapareciendo o quedando marginadas a pequeños grupos sociales de carácter excluyente, que consideran negativo todo lo que proviene del exterior y buscan aislarse del entorno que les "contamina".

Y todo ello fundamentado en último extremo en algo tan etéreo como la fe en una creencia. Para bien o para mal, nunca llegaremos a saberlo todo. Siempre quedará lugar para la religión.

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9 comentarios:

Nando dijo...

Bueno espero que me consientas mandarte varios comentarios ya que el tuyo puede dar mucho juego. Aqui va el primero.
La sociología olvida la importancia del ser humano como único, diferente y libre. Toda relación religiosa implica una aceptación personal, la visión colectiva impide analizar al hombre como ser dotado de capacidad para decidir y omite otra perspectiva de estudio, la del hombre como ser capaz de trascender hacia el pasado y futuro. Acuerdate del ..."problema del hombre" porque en cuanto a la religión nos encontramos ante una decision a la que cada uno debe responder personalmente.
Aun en las religiones estatales, el hombre es capaz de aceptar o rechazar aquello que se le impone, aunque tal rechazo no pueda llegar a manifestarlo. Esa capacidad de aceptación o rechazo no es un privilegio de unos pocos, es una virtud que está en la naturaleza del ser humano y por tanto que posee toda persona. La perspectiva colectiva es por tanto parcial y hasta cierto punto superficial o accesoria. La religión es un encuentro de cada uno con su realidad personal y única, a la que siempre tiene que dar respuesta.
Continuara ...
Ey Carballeira
Tenemos lo que nos merecemos

JCVB dijo...

El tema de la Religión se puede abordar, creo, desde diferentes perspectivas, enriquecedoras casi siempre. Y creo que explicar el hecho religioso ha merecido y merece atención y respeto.

Pero a mí me interesa más, ahora, hacer hincapié en la relación que algunas religiones tienen con el poder en todas sus variantes, que creo pervierte y desenfoca el sentido del hecho religioso en sí mismo.

Y es que no puedo dejar de afirmar que, como colectivo social, todos estamos obligados a una ética de mínimos, que se refleja en la primera Declaración de Derechos Humanos. Y nada más (y nada menos) que eso. Y es que después, cada uno individualmente, asumirá la ética que quiera, religiosa o no; y por ello, los máximos de su ética individual los marcará él....

...y es que llevo muy mal la imposición de éticas de máximos, vinculadas a religiones las más de las veces, al conjunto social.

A Coruña.

Nando dijo...

La relación entre religión y poder es otra materia inagotable. si nos centramos en el presente de nuestro contexto social próximo, es muy probable que sea objeto de critica, aquella persona que manifieste ante los demás su fe o sus crencias, critica más feroz si se trata de un católico. Lo correcto es no "tocar el tema". Otro hecho constatable es que en un contexto de libertad religiosa y de expresión, el "poder " se molesta si es contestada su actuación desde un plano moral o religioso, parece que los únicos con libertad de opinar son los afines o los que no tienen opinión.
¿porque molestará tanto a los no creyentes la opinión de un creyente?
Continuará ...

Miguel Aradas dijo...

Nando, te agradezco tus comentarios, pero tu manera de enfocar el tema no contradice en ningún momento lo que yo digo. En todo caso se trata de distintos puntos de vista que podrían ser complementarios. Me explicaré: Creo que dejo bien claro que intento hablar de la religión como hecho social, no desde un punto de vista introspectivo o individualista, más propio de la sicología. Nunca me atrevería a exponer lo que supone la religión para cada individuo en particular, en todo caso podría hablar de lo que supone para mí.
Tampoco sé lo que opina "la sociología" sobre el tema, sería muy pretencioso por mi parte, sólo estoy expresando el resultado de una reflexión personal, sin más.
Aún así, de tus dos comentarios se podría deducir que te sitúas entre las personas que se adscriben al sistema de valores que propugna tu religión "por convicción", y que "te identificas con ellos y los asumes como propios" en un alto grado. Es decir, que también tú te podrías considerar incluido en las consideraciones que yo he formulado. No hay religiones individuales, por mucho que cada ser humano sea único.

Con respecto al segundo de tus comentarios, no conozco ningún caso en nuestra sociedad de que se impida a alguien expresar sus convicciones religiosas. Distinto es que se considere que esta expresión no pueda estar sometida a la crítica, como cualquier otra expresión de ideas.
Pero muy distinto a esto son los intentos de intromisión del poder religioso en el ámbito del poder político. En las sociedades democráticas, por ser sociedades abiertas, pueden convivir respetuosamente colectivos con distintas creencias y distintos sistemas de valores y, por tanto, con diferentes formas de entender la vida y de regir sus comportamientos. Forzosamente han de ser sociedades aconfesionales, dado que el criterio moral no lo marca ninguna religión, sino que está contenido en la Constitución y las Leyes.
Los seguidores de cualquier religión y, por extensión, sus correspondientes autoridades religiosas, tienen el mismo derecho a opinar y a defender sus ideas que cualquier otro ciudadano, pero también pueden ser criticados de la misma manera por ellas.
Las autoridades religiosas pueden esperar que sus posiciones ante cualquier hecho de trascendencia social sean atendidas, e incluso obedecidas, por sus seguidores. Pero no pueden pretender esperar el mismo efecto en el resto. Cuando expresan sus opiniones, éstas han de ser consideradas como las de un ciudadano más, dado que la representación política no se realiza mediante colectivos o grupos de presión, sino a través de los diputados elegidos por los ciudadanos en el Parlamento, que es a quienes corresponde elaborar las leyes.
Con respecto a la última pregunta que dejas en el aire, supongo que también se podría formular en sentido contrario. Personalmente, a mí no me molesta ni la opinión de los creyentes ni la de los no creyentes (aunque creo que esta clasificación peca de simplista; la realidad tiene muchos matices que se le escapan).

Nando dijo...

Para muestra un botón, el diario El País de hoy, 24 de abril, publica un extenso artículo de Juan G Bedoya, en el que se lee el siguiente párrafo:

"El profesor Gimbernat hace este diagnóstico: "En España, la relación pecado-delito ha vuelto a adquirir actualidad con la virulenta oposición de la Iglesia a la proyectada despenalización del aborto en el sentido de la solución del plazo, tal como rige en prácticamente todos los países de la Unión Europea. La equiparación de un óvulo fecundado microscópico o que mide pocos milímetros, sin forma humana ni actividad cerebral, con una persona es consecuente con la doctrina católica de que la finalidad de todo acto sexual es la procreación. Pero para los que no creen en dicha doctrina esa equiparación es simplemente un insulto a la inteligencia. Un legislador pluralista y democrático no puede imponer los dogmas de una determinada confesión religiosa encarcelando a los que no profesan esa fe. ¿Hasta cuándo seguirá la Iglesia católica abusando de nuestra paciencia?".

Se podrían comentar, discutir o rebatir los argumentos utilizados, pero evidentemente el párrafo no deja de ser una crítica, ante determinados criterios expuestos por miembros de la Iglesia Católica, todo correcto si exceptuamos la pregunta final ...

Que quiere decir el catedrático de Derecho Penal Sr. Gimbernat, ¿es gracias a su paciencia que los miembros de la Iglesia Católica pueden pronunciarse sobre ese y sobre cualquier otro tema?...

¿Que abuso comete cualquier persona que manifieste publicamente sus opiniones sobre determinados temas?

¿Que pasará si se agota su paciencia? ...

No quiero pensar ninguna barbaridad pero la pregunta tiene miga y un tufillo de amenaza.


Las relaciones entre las religiones y el poder son un tema muy interesante.
La iglesia Católica y otras religiones son contrarias al divorcio, al aborto, al matrimonio entre personas del mismo sexo, al uso de embriones humanos para la experimentación, a la clonación humana....

En España existe el divorcio, el matrimonio entre homosexuales, se experimenta con embriones y se despenaliza el aborto en determinados supuestos ....

evidentemente al que ejerce el poder le interesa una sociedad conformista y acomodaticia a sus necesidades electorales, lo contrario es como una piedra en el zapato, ..... molesta.

Continuará ...

Miguel Aradas dijo...

Sobre el artículo que citas, firmado por el tal Gimbernat, de sus manifestaciones se puede deducir que se encuadra en el extremo opuesto al que tú defiendes, pero en todo caso se supone que expresa su opinión.
Vuelvo a reiterar que el objeto de mi entrada en el blog no es de analizar ni criticar posiciones ni opiniones personales sobre la religión. Cada uno tiene la suya, y mientras la sepa defender con argumentos es tan respetable como la de cualquier otro.
En cuanto a las preguntas que haces, se las tendrías que formular al propio interesado. Yo no te las puedo responder por él.

En referencia a los temas que comentas, en los que señalas que la Iglesia Católica y otras confesiones tienen opiniones contrarias a la legislación española actual, se puede hacer una pequeña diferencia. Creo que en el caso del divorcio el debate ya está ampliamente superado y el tema es aceptado por una amplia mayoría de la población. No sucede así en el resto de los casos, en los que el debate social y la contraposición de posturas está todavía muy viva. Quizá más por cuestiones de conciencia relacionadas con la moral religiosa que por consideraciones científicas, aunque también las hay.

Dejando aparte la opinión personal que tengo sobre cada cada uno de estos asuntos, yo no llamaría conformista a un Parlamento que ha legislado sobre esos temas como lo ha hecho el español, por cierto, impulsado por gobiernos de distinto signo político, dado que con ello han actuado para cambiar una situación anterior, y lo han hecho en virtud del mandato que reciben de los ciudadanos a los que representan y del programa electoral por el cual les han votado.

Forzosamente un partido que aspira a gobernar ha de acomodar sus programas electorales y sus propuestas de gobierno a la solución de las necesidades del conjunto de los ciudadanos, y en el sentido en que estos demandan, que no siempre tiene que coincidir con lo propuesto desde los ámbitos confesionales ni satisfacer a todo el mundo. Los partidos que piensan que "la sociedad" a la que sirven es acomodaticia o que los ciudadanos se conforman "con lo que les echen" suelen durar muy poco en el gobierno. Por la cuenta que les tiene ya "se acomodan" ellos a las demandas de la mayoría de los ciudadanos, y no al revés.

En cuanto a las autoridades religiosas, acostumbradas a dirigirse a sus fieles desde el púlpito sin posibilidad de controversia, tienen que tener en cuenta que si deciden introducirse en el ámbito político no siempre les van a dar la razón, y que pueden ser contestados con opiniones o manifestaciones que no sean de su agrado. Quizá les falte formación... o mentalización... Todo se aprende... hasta a vivir en democracia.

Nando dijo...

Un error habitual que nace en parte de no considerar a cada persona como ser único y diferente, es pensar que el creyente es incapaz de tener ideas propias, sufriendo una especie de obnubilación que anularía su capacidad de crítica; sólo desde esta perspectiva se puede afirmar que cuando alguien desde un púlpito se dirige a un auditorio va a conseguir de éste su completa adhesión.
Para muestra ver la entrevista que Juan G. Bedoya en el Pais de hoy hace a un Jesuita que actualmente es párroco en el Japón.

Considero otro error el pensar que un creyente tiene vedados determinados ámbitos de opinión, que estarían reservados a cierta clase "política"; así la afirmación "... si decide introducirse en el ámbito político no siempre le van a dar la razón".

No hay materias o asuntos que resulten cotos cerrados reservados exclusivamente a los no creyentes; si los no creyentes pueden opinar sobre lo que manifiestan los creyentes, de la misma forma éstos pueden opinar lo que estimen oportuno sobre lo que manifiestan los no creyentes. Es simple pero clarificador.

Por lo tanto un creyente sea "autoridad", término que no comparto, o sea "súbdito", término implicito que tampoco comparto, puede introducirse en el ámbito que quiera. Lo que piense o deje de pensar sobre el caso que le van a hacer, es un asunto particular en el que YO TAMPOCO VOY A ENTRAR

Todo se aprende ... efectivamente y TODA nuestra generación está aprendiendo a vivir en democracia, no sólo los creyentes ...

continuara ...

Anónimo dijo...

Yo he dejado mi palomino en los comentarios de la viñeta de la discusión familiar.

Carlos el apóstata.

Miguel Aradas dijo...

Ya nos habíamos dado cuenta.

Por más que lo intentas no te puedes escapar.

¡Hereje...! ¡Más que hereje...!