miércoles, 29 de junio de 2011

ETAPA 4: A FONSAGRADA - LUGO

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El Camino Primitivo en Bici: Oviedo - Santiago de Compostela

(Clicar en cada imagen para ampliarla)

- Lugares de paso: 1. A Fonsagrada - 2. Alto de Montouto - 3. Alto da Fontaneira - 4. O Cádavo - 5. Castroverde - 6. Lugo

- Longitud: 56,5 Km. - Hora de salida: 09.05 h. - Llegada: 17.50 h.
- Desnivel acumulado en subidas: 1.379 m.
- Altitud inicial: 950 m. - Altitud final: 460 m.
- Altitud máxima: 1.025 m. - Altitud mínima: 404 m.
- Nivel de dificultad: 0 - 1 - 2 - 3- 4 - 5 - E
- Para descargar y ver el recorrido con Google-Earth: Clicar AQUÍ


Viernes, 27 de mayo de 2.011:
El plato sorpresa de un gran menú

Nubes abundantes por la mañana, que despejan a lo largo del día. Buena temperatura.

Después de la gran etapa del día anterior, hoy amanecimos deliberadamente sin prisas. En la misma calle de la pensión, en una cafetería frente a la sede de los juzgados y al cruceiro de A Fonsagrada, disfrutamos de un plácido desayuno. Aprovechamos después para darles un manguerazo a las bicis en la gasolinera que hay a la salida del pueblo y, ya en ruta, nos acercamos hasta el albergue de Padrón a sellar las credenciales. Esta vez hubo suerte, y la señora de la limpieza nos puso el cuño que justificaba nuestro paso por el lugar.




Reiniciada la marcha, el camino se interna durante los primeros kilómetros en unos amplios pinares por los que se rueda muy cómodo, pero tras cruzar la carretera un par de veces, pronto empiezan las complicaciones, y hay que echar pie a tierra para remontar el primer tramo de un sendero que nos lleva a Vilardongo. 



Avanzamos ahora ganando altitud sin grandes esfuerzos, por un paraje solitario de agradables paisajes, en dirección al Alto de Montouto, que con sus 1.025 m. de altitud es el techo de la jornada. En el mismo puerto, junto a la Ermita de Santiago, se pueden visitar los restos de un antiguo hospital de peregrinos, que fue fundado en el Siglo XIV por Pedro I el Cruel y estuvo en funcionamiento hasta ya iniciado el Siglo XX. La línea de alturas está jalonada por varios generadores eólicos y se dominan unas buenas panorámicas hacia el horizonte.



Viene después una larga y empinada bajada hasta Paradavella, en la que avanzamos con rapidez por senderos a ratos complicados y rodeados de excelentes vistas, atravesando bosques y praderas que hacen que este divertido descenso se convierta en uno de los mejores momentos del día. Antes de entrar en la aldea paramos en un mesón a tomar un café, en el que coincidimos con varios peregrinos que descansan en una mesa tomando el sol y reponiendo fuerzas.



El responsable del mesón nos advierte de que con las bicicletas es mejor seguir por carretera hasta el Alto da Fontaneira, porque hay un tramo bastante largo que es impracticable. Después de lo ya recorrido hasta aquí, decidimos probar suerte y comprobarlo por nosotros mismos. ¡Malo será!

Después de atravesar Paradavella por asfalto, entramos en un sendero bastante estrecho y accidentado que marcha en paralelo a la carretera pero a un nivel superior. Atraviesa varios pequeños arroyos por zonas que acumulan piedras y barro, y que por momentos nos dificultan la marcha, pero al cabo de un rato vuelve a enlazar con la carretera... ¡Pues no era para tanto! ¡Si es que no nos conocen! ¡Senderitos a nosotros, a estas alturas!



En el caserío de A Degolada volvemos a recuperar el sendero y avanzamos a media ladera sin apenas atrancos, por una zona con buenas sombras que invita a disfrutar del paisaje, hasta que al sobrepasar unas casas en O Couto...

¡Pero esto qué es! ¡Cuerpo a tierraaaaa! Delante de nosotros se nos presenta un auténtico arroyo de piedras sueltas por el que no nos queda más remedio que subir ¡Madre mía!¡Chavales, esto hay que tomárselo con mucha calma! El sendero avanza completamente encajonado y con una pendiente tremenda que nos obliga a detenernos cada pocos metros para recuperar la respiración. Con gran esfuerzo, empujamos las bicicletas esperando que se aclare el panorama en la siguiente curva, pero el suplicio parece no acabar nunca, porque después de esa viene otra, y otra... El corazón trabaja a toda máquina y un generoso sudor nos recorre la piel. ¡Esto no estaba en el contrato! Hasta que al cabo de un buen rato oímos el ruido del motor de un coche, poco antes de recuperar el nivel donde se alcanza la carretera, ante el cartel que indica que hemos llegado a A Lastra. Recorrer algo menos de 1 Km. nos costó casi media hora. ¡No, si ya decía yo...! 



La carretera nos da un breve respiro, porque después de superar esa aldea se vuelve al camino para comenzar de nuevo una fuerte subida que conduce al alto. ¡Molinilloooo! Pero en este caso el firme es bastante bueno, y aunque con gran esfuerzo, apurando a tope el cambio y maltratando de nuevo las piernas se puede llegar arriba sin bajarse de la bicicleta. Un falso llano que nos interna luego en el bosque nos conduce directamente al Alto da Fontaneira.

Después de Fontaneira viene un tramo bastante franco que, alternando tierra con asfalto, termina en una bajada por la que rápidamente llegamos a O Cádavo, cabecera del concello de Baleira, y lugar en el que Alfonso II el Casto venció a los musulmanes de camino hacia Compostela.



Pero nosotros que, tras una nueva cura de humildad, también hemos sabido vencer a nuestros propios gigantes, nos merecemos unos minutos de reposo sentados alrededor de una mesa y disfrutando de unas cañitas con tapa de carne asada incluida. Buena, buena...

A la salida del pueblo pasamos junto a la Iglesia de San Pedro en A Esperela, zona que se conoce como Campo da Matanza, en relación a los muchos cadáveres que produjo entre los moros la feroz acometida de las huestes del rey peregrino. Allí comienza un nuevo ascenso por una pista que se interna en el bosque hasta sobrepasar el Alto de Vaqueriza. Tras el posterior descenso llegamos a Vilabade, donde nos detenemos unos minutos a contemplar el Pazo y la magnífica Iglesia de Santa María, construida en el Siglo XV y conocida como la Catedral de Castroverde.



El asfalto nos conduce después en suave bajada hacia la cabecera del municipio en Castroverde, donde se conserva todavía la Torre del Homenaje de la antigua fortaleza de los Condes de Lemos (Siglo XIV). Buscamos un buen lugar para comer algo ligero, ya que en la ruta no hay más servicios hasta el final de la etapa. En la tarea nos ayuda un buen hombre, que se encuentra sentado cuan largo es, a la sombra de una terraza y armado con un puro de grueso calibre.

- ¿Qué buscades?
- Algún sitio donde nos hagan una tortilla...
- Pero vós tedes pinta de ter diñeiro e ben podedes pedir un menú...
- Queremos algo ligero, que después tenemos que continuar pedaleando.
- Pois por unas tortillas eu non me movo de aquí. Preguntade vós alí a ver si queren facelas.

Y, siguiendo su recomendación, nos dirigimos a la Parrillada Pereira 3 donde, a pesar de que están en plena actividad, nos atienden de maravilla... El buen hombre resultó ser el dueño de esta parrillada, pero también de la nº 2 y la nº 1, y se conoce que está siempre pendiente del buen funcionamiento de sus negocios y que tiene perfectamente asumida la denominada "Organización racional del trabajo", porque los cafés se toman en un local distinto al de las comidas...



Después de dar cuenta de la tortilla y de una buena ración de calamares, salimos al exterior a proseguir con nuestra tarea. A partir de aquí se cumple la excepción de una norma que hemos grabado ya en nuestro subconsciente, y es que después de una buena comida... por una vez, y sin que sirva de precedente, tenemos que seguir bajando...

Los 20 Km. que restan para llegar a Lugo no presentan ya ninguna complicación. Las montañas quedan atrás, y el terreno discurre ahora en un leve y continuo descenso. Las grandes masas de árboles ceden ahora el predominio a la pradera y a las fincas de cultivo, y el horizonte se suaviza en leves ondulaciones que conforman un paisaje bucólico. Dejando atrás algún cruceiro, pasamos relajadamente por Souto de Torres, Vilar de Cas, Gondar, Casas da Viña...



Poco después de atravesar la circunvalación de Lugo por un puente tendido sobre la Autovía A-6, el camino pasa justo delante de la entrada del que fue en su día Campamento Militar de San Cibrao, actualmente en ruinas y completamente cubierto por la maleza. Me vienen a la memoria viejos y buenos recuerdos...

Descendemos al Barrio da Chanca y circulamos junto al vistoso viaducto por el que el ferrocarril salva el cauce del Río Rato, que da entrada en la ciudad. El acceso a las Murallas es en cuesta arriba siguiendo el Carril de Flores, que termina frente a la Puerta de San Pedro. Por ella entró en el Siglo IX a la ciudad el Rey Alfonso II el Casto en la primera peregrinación conocida. Y por ella entramos nosotros también...



Encontramos el albergue de peregrinos en la primera calle a mano derecha, pero el hospitalero nos confirma la información que ya conocíamos, y es que al venir en bicicleta, aparte de tener que esperar hasta más tarde para saber si quedan plazas libres, habría que dejar las bicis en la calle, porque no tienen lugar para guardarlas (¿?). La alternativa prevista está muy cercana, ya que en el exterior de la muralla está el Hostal Mar del Plata, donde por un precio razonable nos dan una habitación con baño para tres, nos guardan las bicis, nos lavan y secan toda la ropa y nos obsequian con un plato de fruta que aceptamos con agrado. Tampoco hay límite horario para el regreso, a diferencia del albergue, con lo que podremos disfrutar de la ciudad durante unas cuantas horas. Y eso es un argumento muy poderoso...


Originada en el lugar ocupado por un campamento romano, la ciudad de Lucus Augusti fue fundada en el año 12 a. C. por Paulo Fabio Máximo, convirtiéndose más adelante, junto a Bracara Augusta y Asturica Augusta, en una de las capitales administrativas de la antigua provincia romana de Gallaecia. Su muralla defensiva, que se construyó entre los años 265 y 310, en tiempos del Bajo Imperio Romano, conserva íntegros sus 2.165 metros de longitud, que rodean por completo el centro histórico de la urbe. Constituye la mayor seña de identidad de la ciudad de Lugo, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2.000.

El otro monumento representativo es la Catedral de Santa María que, aunque iniciada en el Siglo XII, en torno a su planta de cruz latina reúne elementos arquitectónicos románicos, góticos, barrocos y neoclásicos. Poco se dejó ver, porque el día de nuestra visita se encontraba con la fachada cubierta de andamios, en pleno proceso de restauración. También es de destacar la fachada barroca del Ayuntamiento, así como los restos del balneario y el puente romanos. Como en muchas otras ciudades por estas fechas, la Plaza Mayor se encuentra ocupada por el campamento de los indignados del 15-M, que concentran a un grupo de gente bastante numeroso.



Después del breve recorrido por su historia, nos dirigimos a visitar las estrechas calles de su burgo medieval, de mayor interés lúdico y gastronómico, y allí disfrutamos de la buena fama de sus bares de vinos y tapas... Rúa Nova, Praza do Campo, Rúas do Miño, da Cruz, do Moucho e das Tinerías, Rúa da Catedral... Creo que en el recorrido no nos quedó ninguna por catar...

Y así, con la satisfacción del deber cumplido, nos retiramos a una hora prudente a nuestros aposentos, que mañana temprano hay que volver al tajo, y todavía nos queda una parte de esta historia por disfrutar.






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miércoles, 22 de junio de 2011

ETAPA 3: POLA DE ALLANDE - A FONSAGRADA

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El Camino Primitivo en Bici: Oviedo - Santiago de Compostela

 
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- Lugares de paso: 1. Pola de Allande - 2. Puerto de El Palo - 3. La Mesa - 4. Embalse de Salime - 5. Grandas de Salime - 6.- Puerto de El Acebo - 7. A Fonsagrada

- Longitud: 69 Km. - Hora de salida: 08.40 h. - Llegada: 19.20 h.
- Desnivel acumulado en subidas: 2.997 m.
- Altitud inicial: 547 m. - Altitud Final: 950 m.
- Altitud máxima: 1.146 m. - Altitud mínima: 211 m.
- Nivel de dificultad: 0 - 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - E
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Jueves, 26 de mayo de 2.011:
De plato principal, un auténtico chuletón de buey

Muy nuboso y con niebla en las alturas. Temperaturas frescas

Desde muy temprano, los peregrinos a pie empezaron a preparar sus equipos en el apiñado dormitorio común del albergue de Pola de Allande. A pesar de que los ventanales de la antigua escuela no tenían persianas y la claridad del amanecer ya invadía la estancia, nosotros seguimos un rato más descansando sobre nuestras literas. Mejor dejar que se adelantasen y fuesen dejando el espacio libre para que pudiésemos desenvolvernos con un poco más de soltura...

En varios viajes fuimos bajando el equipo y las bicis hacia la planta inferior hasta que lo dejamos todo preparado, sin olvidarnos de engrasar las cadenas. Poco antes de enfilar la salida del pueblo por la Avenida de Galicia, desayunamos con calma en la Cafetería Lozano, un local multiusos que también tiene discoteca, loterías y apuestas, panadería y bollería...

Por delante nos esperaba el largo ascenso al techo de la ruta, el Puerto del Palo.  Ya el día anterior nos advirtieron hasta la saciedad de que con las bicicletas era imposible subir por el camino de los peregrinos a pie, salvo que quisiésemos empujarlas durante muchos kilómetros en cuesta arriba. Y como no queríamos empeñarnos en una misión imposible al principio de una etapa tan larga como la que habíamos planteado, por esta vez fuimos obedientes y decidimos tomar la carretera, aunque aún hoy me queda la duda de que, por lo menos durante la primera parte del valle...



El cielo estaba completamente cubierto de nubes que a partir de una cierta altitud se agarraban a la montaña impidiendo ver la línea de alturas, pero la temperatura no era del todo mala. Los 12 Km. de subida al puerto se hacen por la carretera AS-14, que discurre a media ladera y en paralelo al cauce del Río Nisón. Cuenta con buen firme, tráfico escaso, y una pendiente bastante uniforme que hace que el esfuerzo sea llevadero.



En el Km. 5 se deja atrás el desvío hacia el caserío de La Reigada, último lugar habitado a partir del cual el bosque empieza a ceder al dominio del monte bajo y la pendiente se hace más fuerte. Poco después, el valle da un brusco giro para orientarse en dirección al puerto, y el terreno se adivina más pedregoso y escarpado. A estas alturas, las nubes dejan ver ya poco más que las curvas de la carretera, hasta que llegamos al cartel que corona el paso entre montañas, donde sopla el viento y hace frío. Al fondo se adivina el mojón donde hemos de abandonar el asfalto para retomar de nuevo el camino y emprender la bajada.


La primera parte del descenso es bastante peligrosa, y a ratos bajamos a pie por un empinado sendero con zonas de mucha piedra suelta en las que no queremos arriesgar una caída. El terreno es difícil, pero en esta vertiente las nubes dejan muchos espacios libres, y se pueden contemplar unas panorámicas espectaculares de las que no pudimos disfrutar durante la subida entre nubes. Hasta nos abre camino un tímido segmento de Arco Iris...


En este tramo nos detenemos varias veces a contemplar el magnífico panorama plagado de montañas con cumbres de todas las alturas. Es un auténtico espectáculo seguir adelante por el sendero que nos lleva hasta Montefurado, solitario poblado enclavado en lo alto de un collado en el que, en medio de un auténtico escenario de cine, sobrevive un único habitante en compañía de su mastín.


Sin perder en ningún momento la línea de alturas, entramos ahora en una zona en la que se alternan subidas y bajadas. Algún peregrino nos cede el paso por estos senderos estrechos rodeados de vegetación, donde poco después sorteamos una cancela que corta el paso al ganado. En la aldea de Lago nos detenemos unos minutos en el único lugar en que se puede tomar un café con leche que nos ayuda a entrar en calor. ¿Por qué será que en estos lugares estratégicos siempre suelen concentrarse los peregrinos? ... La ruta sigue después por un tramo de asfalto en dirección al poblado de Berducedo.  Nunca falta una pequeña iglesia allí donde se juntan poco más de cuatro casas.


Aunque aquí hay dos albergues, ya no intentamos probar suerte con los sellos de las credenciales, y pasamos de largo enfilando una intensa subida que se interna en el bosque y que desemboca en la carretera comarcal que llega hasta La Mesa. El ascenso que viene después de la iglesia de Santa María Magdalena lo recordaremos durante mucho tiempo, un tramo asfaltado de 1,5 Km que pica en serio hacia arriba hasta alcanzar los 1.040 m. de altitud, con una fuerte pendiente que nos vemos obligados a superar haciendo zig-zag y aprovechando todo el ancho de la calzada. Nada que ver con el "insignificante" Puerto del Palo. ¡Chavales, que os digo que es menos de lo que parece! ¡Aprietaaa!



Una vez superado el collado, la pista de asfalto continúa hacia la granja de Buspol, pero se abandona antes para tomar el camino que se  dirige a la Capilla de Santa Marina. A partir de aquí hemos de enfrentarnos a una excepcional bajada que desciende hasta el Embalse de Salime, un largo tramo con fuertes pendientes que salva algo más de 800 m. de desnivel. Nos advirtieron que se trataba de un descenso muy peligroso, que era mejor dar un rodeo por carretera, pero esta vez decidimos probar fortuna y acertamos de lleno, porque nos encontramos con uno de los tramos más hermosos de todo el camino. Comenzamos la bajada envueltos en una densa niebla, por un sendero empinado, de firme irregular y con mucha piedra suelta.



Avanzábamos con la prevención lógica del que no sabe lo que se va a encontrar, pensando en no arriesgar más de lo necesario, porque  ya no había vuelta atrás. Pero pronto se enlaza con un camino algo más amplio que nos permite progresar con más alegría, aunque hay que tocar los frenos con frecuencia para controlar la velocidad, porque las bicis quieren llegar demasiado rápido. A medida que perdemos altura, las nubes van abriendo paso al sol, y pronto aparece ante nosotros una hermosa panorámica de las aguas embalsadas del Río Navia.


Los frecuentes cambios de dirección son bruscos, con curvas de casi 180º, y nos permiten apreciar panorámicas diferentes del embalse y de las montañas que lo encajonan. Disfrutamos del momento, aunque manteniendo permanentemente controlada la trayectoria de las bicis, cuando hemos de detenernos. Llaman a César por el móvil por una cuestión relacionada con el trabajo. ¡Son las cosas del directo!



Ya cerca del embalse, la ruta varía el rumbo en dirección a su cabecera, y durante un buen rato progresamos a media ladera sin apenas perder altura. En la última parte del descenso, el camino se convierte en un estrecho sendero que se interna en el bosque, avanzando entre continuas y cerradas curvas. Esta parte tiene cierto riesgo, porque el terreno tiene mucha pendiente y multitud de piedras y raíces que, ocultas entre las hojas secas, aparecen inoportunas cuando menos te lo esperas. Llegamos sin contratiempos a la carretera AS-14, que nos llevará hasta la misma presa.


Pero a partir de aquí hay que volver a subir otra vez todo lo bajado. Hemos previsto llegar a comer a Grandas de Salime, de la que nos separan casi 6 km. de carretera, esta vez en ascenso constante por la ladera opuesta a la bajada, desde donde se aprecian también unas buenas vistas.

Todavía en territorio asturiano, Grandas es una localidad donde aún se habla el eonaviego, mezcla de falas entre gallego y asturiano propia de la comarca limitada por los ríos Eo y Navia. En su centro destaca el Ayuntamiento y la Colegiata de El Salvador, una iglesia rodeada por un atrio porticado de piedra que fue construida en el Siglo XII y reformada en el XVII. Allí preguntamos por un buen lugar para comer y nos remiten hacia el Restaurante A Reigada.

En la barra se aprecia mucho ajetreo, y nos cuesta un buen rato que nos sirvan unas cervezas. Queremos comer algo ligero para no cargar mucho el estómago, porque luego toca seguir subiendo, pero parece que nos ignoran. Cuando ya estábamos a punto de desistir y marcharnos, nos ofrecen un plato de fiambre "a cuenta de la casa", y el jefe nos explica que tienen mucho lío en el comedor y que tardarán un rato en poder atendernos. El motivo es que están en plenas Jornadas del Bacalao y la Carne Roja, para las que han traído desde el País Vasco al maestro asador Matías Gorrochategui. Tienen el comedor repleto y no pueden detener el proceso para hacernos unas tortillas.

- Peeeeroooo... Y en lugar de unas tortillas... ¿No podéis ponernos algo de eso que hacéis ahí dentro?
- Puede que sí, pero... ¿Un chuletón no será mucho para vosotros?
- ¡NoOOOOoo!
- ¡Hecho! ¡En unos minutos está servido!



La espera mereció la pena porque, acompañada de una abundante guarnición, la carne se deshacía tierna como la mantequilla. En un momento de plena sobreexcitación por el deleite, alguno llegó a decir que era la mejor que había probado en su vida... Y la verdad es que era muy buena... mejor dicho... más que buena... ¡Excelente!.

Pero, como era de esperar, después del festín había que continuar con la subida. Menos mal que no nos la tomamos muy "a pecho". Salimos de Grandas por la Calle del Carmen y vamos alternando largos tramos de camino de pendiente asequible con otros de asfalto. Pasamos así por las aldeas de Cereixeira y Malneira antes de llegar a Castro, donde teníamos intención de visitar el Poblado Celta de Chao Sanmartín, pero nos informan de que está en proceso de restauración y, en ese momento, cerrado a las visitas.



Continuamos ahora en paralelo y a cierta distancia de la carretera, a lomos de una divisoria que nos conduce hasta el Puerto del Acebo pasando por los caseríos de Pradaira y Penafonte. A partir de aquí la pendiente se endurece, y nuevamente "hay que poner toda la carne en el asador" hasta llegar a la carretera que accede directamente al puerto, cubierto de niebla y jalonado a ambos lados por molinos de viento.



Una vez coronado el punto más alto, enseguida aparece el cartel que anuncia la entrada en Galicia. A partir de aquí hay que estar atentos, porque las señalización de las vieiras cambia de significado. Ahora hay que seguir en la dirección que marcan las líneas que se abren, y no al revés.

Salvo algún pequeño repecho, la mayor parte de lo que sigue después es en bajada. Alternando otra vez camino y asfalto, las bicis parecen querer volar ahora hacia el final de la etapa, que ya se adivina próximo.

Voy recordando aquellas calles
que desde niño yo recorrí...
... y ahora que estoy rodeado de amigos
levanto mi copa y brindo por ti.

Pasamos sin detenernos por Fonfría y Barbeitos, pero como la felicidad nunca puede ser completa, una de las bicicletas sufre una incidencia que hemos de parar a resolver.


Se trata de los tornillos que fijan uno de los portaequipajes, que a pesar de haberlos comprobado en su momento, se han ido aflojando a causa de las muchas vibraciones y se han caido de su alojamiento, con lo que el conjunto del transportín y las alforjas ha quedado casi colgando. Afortunadamente, veníamos prevenidos para estos contratiempos, y en pocos minutos estamos otra vez listos para seguir pedaleando en medio del bosque.

Están a punto de dar las 7 de la tarde cuando llegamos a Paradanova, y sólo nos queda ya una última subida, la que supera el cerro en que se encuentra enclavada A Fonsagrada, punto final de esta larga y dura etapa. El albergue más próximo está en el lugar de Padrón, un lugar solitario a 2 Km. de la villa y en cuesta abajo, por lo que decidimos acudir a una pensión para pasar la noche. En la primera a la que acudimos el intento resulta fallido, porque a esas horas ya está repleta de peregrinos, y buscamos otra alternativa en la Pensión Manolo, en la Rúa de Burón. Las habitaciones están bien, hay plazas libres y nos guardan las bicis, pero el trato que recibimos nos deja un tanto perplejos, por lo que le recomendaría a su particular "spiderman" que acuda con urgencia a un curso de atención al cliente. Pero como no tenemos muchas más opciones, decidimos quedarnos.



Fonsagrada es un pueblo triste, pero lo es aún más si está cubierto de niebla. Sus calles tienen poco movimiento de gente, y los desconchados muros de su Iglesia de Santa María piden a gritos una mano de pintura. El nombre de la localidad es debido a que en el interior de la iglesia se encontraba una fuente que manaba agua, a la que los peregrinos le atribuían propiedades curativas (Fons Sacra). En la actualidad su caudal se ha desviado hacia un caño que se encuentra en el exterior. Poco más hay para destacar que un esbelto cruceiro de piedra y la peculiar fachada de su Ayuntamiento, que tiene aspecto de casa de muñecas de porcelana.

Pero a la hora de comer, la cosa mejora sensiblemente. En el Restaurante Cantábrico sirven un pulpo a la altura de los mejores. En la mesa nos sentimos satisfechos. Hemos llegado hasta aquí superando la primera mitad de nuestra ruta, y con ello sus etapas más difíciles. Lo que venga a partir de ahora no debería de presentar mayores complicaciones que lo ya recorrido hasta aquí. O eso es lo que pensábamos en esos momentos...


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