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Mil aldeas, mil ermitas.
En previsión de otra larga etapa, hoy tocaba un nuevo madrugón de los de levantarse a las cinco, cuando el resto de peregrinos todavía dormía. Llevé todos mis trastos al aseo, única estancia dentro del albergue separada del dormitorio, y allí me vestí en silencio, desayuné como pude y preparé la mochila. Al salir al exterior era de noche, hacía frío, y con la escasa iluminación de las farolas enfilé la Calle de la Iglesia hacia la salida de Mombuey. Al abandonar la zona urbana la oscuridad era completa, pero me ayudaba de una pequeña linterna para comprobar las indicaciones de la ruta.
Al principio, el camino marcha en paralelo a la carretera N-525 y, cuando al cabo de un rato llegué al primer desvío, me encontré arrancada la marca de piedra que señala la dirección a seguir, que ya no quedaba clara. Busqué otras flechas que confirmasen la ruta, pero no las encontré, y en lugar de cruzar la calzada, seguí hacia la izquierda por el camino que lleva a Prado Redondo. No las tenía todas conmigo, porque durante un buen rato no volví a ver ninguna indicación, y al encontrarme de frente con las obras del AVE me convencí de que había elegido la dirección equivocada. Tuve que volver sobre mis pasos hasta la señal que me había llevado al error, y comprobé que tenía que haber seguido de frente, pero ya casi había perdido la media hora de margen que le había robado al sueño...
La etapa de hoy discurre íntegramente por la comarca de Sanabria, situada en el extremo Noroeste de la provincia de Zamora, y limítrofe con Portugal y con las provincias de León y Ourense. Rodeada de montañas, tiene una altitud media próxima a los 1.000 metros y, según se avanza hacia el Oeste, se asemeja cada vez más al territorio gallego, tanto por el paisaje y la orografía de sus valles como por la distribución de la población, la tipología de sus edificaciones, e incluso, por las costumbres y el habla de sus gentes.
El itinerario marcha en paralelo a la carretera N-525, la Autovía A-52, las vías del ferrocarril y las obras de la nueva infraestructura del AVE que se dirigen hacia los puertos de O Padornelo y A Canda, entrada natural a Galicia. Aquí abunda el agua, el verde y la tierra fértil, y la población se reparte por todo el territorio en pequeñas aldeas, donde nunca falta una iglesia o ermita consagrada al patrón local. Pero en su mayoría se encuentran cerradas, con lo que salvo alguna rara excepción, es imposible admirar los pequeños tesoros que encierran.
A medida que avanza la mañana voy pasando por varias de estas pequeñas localidades. En Valdemerilla se encuentra una Iglesia dedicada a San Lorenzo, con una espadaña que da la impresión de estar a punto de venirse abajo. A la entrada de Cernadilla está la Ermita del Cristo, y poco después la Iglesia de La Purificación de María, de torre barroca. Dos kilómetros más allá, en San Salvador de Palazuelo se pasa junto a la Iglesia de la Transfiguración del Señor, románica del Siglo XIII y con una escalera exterior por la que se accede directamente al campanario.
Por una amplia pista forestal donde abundan los robles y los castaños se llega pronto a Entrepeñas, localidad con 65 habitantes situada junto a uno de los brazos del Embalse de Cernadilla que retiene el caudal del Río Tera, donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI, y que después de ser arrasada por un incendio conserva todavía algunos elementos de su origen barroco, como el retablo y la pila bautismal, aunque su moderna torre es un tanto impersonal. En el núcleo de la aldea se puede apreciar alguna muestra de la arquitectura popular de la zona.
Un cambio de orientación nos desvía hacia el Norte para evitar las obras del AVE y, tras sobrepasar la autovía, nos lleva a cruzar la carretera a la altura de Asturianos junto a la Ermita del Carmen, patrona de la localidad. Aquí me encontré con Andreas, en esta ocasión acompañado de una sonriente peregrina. El teólogo alemán me comentó que la noche anterior, después de no haber encontrado alojamiento en Mombuey, se vio obligado a continuar andando resignadamente hasta el albergue de Cernadilla, al que llegó casi a las diez de la noche cuando el resto de peregrinos ya estaban acostados. Pero, al parecer, hoy ya se había olvidado de la fatiga y su rostro reflejaba felicidad...
Continúa el periplo por la región con rumbo hacia el Oeste, pero los cambios de dirección hacia las pequeñas aldeas son constantes, y en alguna ocasión puede más la tentación de seguir por el arcén de la carretera para acortar unos cuantos metros que la fidelidad a la ruta señalada. Y así se llega junto la Ermita de la Encarnación, en Palacios de Sanabria, junto a cuya entrada lateral me llama la atención un limosnero con un artístico grabado en la piedra que reza: SI AQUÍ TU LIMOSNA ECHARES TUS CAUDALES CREZERÁN A MILLARES
Por un sendero boscoso que sigue la trayectoria del antiguo Cordel de Benavente se llega a Remesal, pequeña localidad de 23 habitantes perdida en medio del monte, en cuya Ermita de Santa Marta tuvo lugar el 20 de junio de 1506 la reunión entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso que dio lugar al acuerdo llamado Concordia de Villafáfila, por el cual Fernando se retiraba a sus posesiones en Aragón y le cedía el trono de Castilla al esposo de su hija Juana, dado que se consideraba que la legítima heredera estaba incapacitada para reinar debido a su enajenación mental. La vigencia del acuerdo fue breve debido a la muerte de Felipe a los pocos meses, volviendo Fernando a asumir el trono de Castilla como regente, dado que el heredero de Juana y Felipe, el futuro emperador Carlos V, tenía tan sólo 5 años de edad.
En el tramo siguiente se vuelve a cruzar la autovía por dos veces, bordeando por una pista asfaltada la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, en la localidad de Otero de Sanabria. Tras sobrepasar el Arroyo del Manzanal se llega a la aldea de Triufé, donde en medio de varias casas en ruinas y alguna rehabilitada se encuentra la pequeña Ermita de San Amaro, a un paso ya de la villa de Puebla de Sanabria, que pronto se aprecia a lo lejos en una panorámica que domina todo el valle. Sólo queda cruzar de nuevo la autovía y descender hacia el cauce del Río Tera para apreciar el elevado promontorio donde se asienta la magnífica fortaleza tras la que se defendía su población.
Capital de la comarca, la Puebla de Sanabria es una localidad de 1.600 habitantes cuyo casco histórico ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico. Se encuentra ubicada en lo alto de un cerro, delimitado en gran parte de su contorno por la confluencia del Río Castro con el Río Tera, y situada en una zona estratégica fronteriza con Portugal y desde donde se controlaba el paso entre Galicia y Castilla.
Su núcleo urbano, antiguamente amurallado, está articulado alrededor de la Plaza Mayor, donde se encuentran sus edificios más destacados: El Ayuntamiento, la Iglesia de Nuestra Señora del Azogue y el Castillo de los Condes de Benavente. Sus calles empedradas y sus casas de piedra con fachadas blasonadas, amplios balcones y galerías acristaladas, dan una clara muestra de la importancia de esta localidad a lo largo de la historia.
La ciudad cuenta con fuero propio desde el reinado de Alfonso IX, a finales del Siglo XII, y dentro de ella, el Castillo constituía el principal baluarte defensivo del conjunto de murallas que la rodeaban por completo y de las que sólo quedan algunos tramos. Fue construido durante el Siglo XV sobre los restos de una antigua fortaleza por Alonso Pimentel, tercer Conde de Benavente, y cuenta como elemento central con una gran torre del homenaje, el macho, rodeada por recias murallas con varios cubos cilíndricos. La fortaleza cambió varias veces de dominio y resultó parcialmente destruida, tanto en las guerras con Portugal como en la Guerra de la Independencia, siendo cedida al ayuntamiento a finales del Siglo XIX, quien se encargó finalmente de su reconstrucción después de haberle dado usos tan dispares como prisión, gallinero y almacén de paja. Actualmente, sus salas albergan diversas actividades culturales.
También en la parte alta de la villa se encuentra la Iglesia dedicada a su patrona, la Vírgen del Azogue, iniciada en el Siglo XII en estilo románico, aunque cuenta con reformas y añadidos posteriores. Adosada a ella en uno de sus costados se aprecia la Ermita de San Cayetano, pequeña capilla con una rica ornamentación barroca. Completa la plaza el edificio isabelino del ayuntamiento, construido en la época de los Reyes Católicos, cuya fachada cuenta con dos plantas porticadas flanqueadas por sendos torreones.
Buen lugar es éste para hacer un descanso y reponer fuerzas, y también lo sería para terminar aquí la etapa, pero como todavía me quedaba una buena porción del recorrido previsto para hoy, después de la corta visita abandoné la parte alta del casco histórico, y sentado en un mesón de la Calle del Arrabal pude saciar adecuadamente la sed y el hambre, que a estas horas ya amenazaba con que mi estómago empezase a hablar alto y claro...
Pasaban ya de las 2 de la tarde cuando salía de la Puebla, cruzando el Río Castro sobre el puente medieval y enfilando la pista que, bordeando su cauce, se dirige hacia los puertos de montaña. Durante un buen rato se camina a la sombra de los chopos y con el murmullo del cercano discurrir del agua. Aunque la hora es propicia para la siesta, el camino se hace agradable, y alternando tramos de buen firme con otros de molestos cantos rodados, e incluso alguna incursión por el asfalto, en algo menos de dos horas se llega a la Iglesia de Santiago, situada junto a una arboleda próxima a la aldea de Terroso.
No queda más que un último esfuerzo, y después de sobrepasar una zona boscosa por un sendero que avanza en ligero ascenso, se vuelve a perder altura hasta llegar a atravesar la autovía por un puente, muy cerca ya de la entrada en Requejo de Sanabria, localidad situada a los pies del Puerto del Padornelo y que marca para mi el final de esta larga jornada.
El camino desemboca en la carretera N-525, que atraviesa la localidad pasando junto a la Ermita de la Virgen de Guadalupe y muy próxima a la Iglesia de San Lorenzo, que domina desde lo alto con su vistoso campanario. Mi primera intención es buscar plaza en uno de los albergues y, tras visitar el que está al borde de la carretera, decido quedarme en el local de propiedad municipal, donde ya están alojados varios peregrinos y, aunque es un tanto austero, está limpio, ordenado y es mucho más barato.
Aquí me encuentro con una pareja de cierta edad que se me hace conocida... y después de mucho dar vueltas a la cabeza me viene a la memoria un desayuno en completo silencio en un día ya lejano, en el albergue de El Real de la Jara, cuando todavía no había abandonado los calores de la provincia de Sevilla... Pero esta vez sí se soltaron a hablar, y me comentaron que habían hecho algunos de los tramos posteriores en autobús.
Después de las tareas rutinarias de cada final de etapa, ducha y colada incluidas, por fin pude hacerme las curas de unas pequeñas heridas que me salieron entre los dedos de los pies, a pesar de que cada día ponía especial cuidado en proteger con pequeñas tiras de esparadrapo aquellas zonas más sensibles a las rozaduras. Cuando ya estaba preparado para una nueva batalla, salí a conocer el pueblo y sus lugares de aprovisionamiento, que aquí se limitan a una pequeña tienda de comestibles y a un par de bares junto a la carretera. La variedad no era mucha, pero además de disfrutar de una cerveza bien fresca, pude comprar lo necesario para salir tranquilo al día siguiente.
Requejo de Sanabria es una pequeña localidad con unos 170 habitantes que se encuentra en un entorno natural privilegiado, rico en agua y plagado de fuentes, arroyos y regatos. Situado a 1.000 metros de altitud, en el inicio del ascenso al Puerto del Padornelo, cuenta en sus alrededores con parajes naturales de gran valor, como el Bosque de Tejedelo, una masa forestal de tamaño considerable que conserva un buen número de tejos, robles y castaños, algunos de ellos milenarios, así como diversas especies de aves y mamíferos. En las calles de su núcleo urbano hay varias fuentes, y se pueden apreciar hermosos ejemplos de construcciones típicas de esta zona de montaña, casas de piedra con amplios balcones de madera y tejados de pizarra.
Al final de la jornada, una vez tumbado sobre la cama y oyendo a través de mis pequeños auriculares las noticias que daban por la radio, me fui quedando dormido con la mente puesta en la siguiente jornada, auténtica "etapa reina" donde me había propuesto el ambicioso objetivo de superar los dos puertos de mayor entidad de todo el recorrido hasta Compostela, El Padornelo y A Canda, con la intención de finalizar en la localidad orensana de A Gudiña.
Galicia estaba ya a tiro de piedra...
- Descargar el itinerario de la etapa en un archivo para Google Earth: Clicar AQUÍ
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Por el Camino de los Mozárabes: Ruta Sanabresa
Lunes 4-6-2012 - De Mombuey a Requejo de Sanabria (45,4 Km.)
Salida: 5.45 - Llegada: 16.45
Mil aldeas, mil ermitas.
Cielos despejados y temperatura agradable (Mín. 8º - Máx. 23ºC)
En previsión de otra larga etapa, hoy tocaba un nuevo madrugón de los de levantarse a las cinco, cuando el resto de peregrinos todavía dormía. Llevé todos mis trastos al aseo, única estancia dentro del albergue separada del dormitorio, y allí me vestí en silencio, desayuné como pude y preparé la mochila. Al salir al exterior era de noche, hacía frío, y con la escasa iluminación de las farolas enfilé la Calle de la Iglesia hacia la salida de Mombuey. Al abandonar la zona urbana la oscuridad era completa, pero me ayudaba de una pequeña linterna para comprobar las indicaciones de la ruta.
Al principio, el camino marcha en paralelo a la carretera N-525 y, cuando al cabo de un rato llegué al primer desvío, me encontré arrancada la marca de piedra que señala la dirección a seguir, que ya no quedaba clara. Busqué otras flechas que confirmasen la ruta, pero no las encontré, y en lugar de cruzar la calzada, seguí hacia la izquierda por el camino que lleva a Prado Redondo. No las tenía todas conmigo, porque durante un buen rato no volví a ver ninguna indicación, y al encontrarme de frente con las obras del AVE me convencí de que había elegido la dirección equivocada. Tuve que volver sobre mis pasos hasta la señal que me había llevado al error, y comprobé que tenía que haber seguido de frente, pero ya casi había perdido la media hora de margen que le había robado al sueño...
La etapa de hoy discurre íntegramente por la comarca de Sanabria, situada en el extremo Noroeste de la provincia de Zamora, y limítrofe con Portugal y con las provincias de León y Ourense. Rodeada de montañas, tiene una altitud media próxima a los 1.000 metros y, según se avanza hacia el Oeste, se asemeja cada vez más al territorio gallego, tanto por el paisaje y la orografía de sus valles como por la distribución de la población, la tipología de sus edificaciones, e incluso, por las costumbres y el habla de sus gentes.
El itinerario marcha en paralelo a la carretera N-525, la Autovía A-52, las vías del ferrocarril y las obras de la nueva infraestructura del AVE que se dirigen hacia los puertos de O Padornelo y A Canda, entrada natural a Galicia. Aquí abunda el agua, el verde y la tierra fértil, y la población se reparte por todo el territorio en pequeñas aldeas, donde nunca falta una iglesia o ermita consagrada al patrón local. Pero en su mayoría se encuentran cerradas, con lo que salvo alguna rara excepción, es imposible admirar los pequeños tesoros que encierran.
A medida que avanza la mañana voy pasando por varias de estas pequeñas localidades. En Valdemerilla se encuentra una Iglesia dedicada a San Lorenzo, con una espadaña que da la impresión de estar a punto de venirse abajo. A la entrada de Cernadilla está la Ermita del Cristo, y poco después la Iglesia de La Purificación de María, de torre barroca. Dos kilómetros más allá, en San Salvador de Palazuelo se pasa junto a la Iglesia de la Transfiguración del Señor, románica del Siglo XIII y con una escalera exterior por la que se accede directamente al campanario.
Por una amplia pista forestal donde abundan los robles y los castaños se llega pronto a Entrepeñas, localidad con 65 habitantes situada junto a uno de los brazos del Embalse de Cernadilla que retiene el caudal del Río Tera, donde se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XVI, y que después de ser arrasada por un incendio conserva todavía algunos elementos de su origen barroco, como el retablo y la pila bautismal, aunque su moderna torre es un tanto impersonal. En el núcleo de la aldea se puede apreciar alguna muestra de la arquitectura popular de la zona.
Un cambio de orientación nos desvía hacia el Norte para evitar las obras del AVE y, tras sobrepasar la autovía, nos lleva a cruzar la carretera a la altura de Asturianos junto a la Ermita del Carmen, patrona de la localidad. Aquí me encontré con Andreas, en esta ocasión acompañado de una sonriente peregrina. El teólogo alemán me comentó que la noche anterior, después de no haber encontrado alojamiento en Mombuey, se vio obligado a continuar andando resignadamente hasta el albergue de Cernadilla, al que llegó casi a las diez de la noche cuando el resto de peregrinos ya estaban acostados. Pero, al parecer, hoy ya se había olvidado de la fatiga y su rostro reflejaba felicidad...
Continúa el periplo por la región con rumbo hacia el Oeste, pero los cambios de dirección hacia las pequeñas aldeas son constantes, y en alguna ocasión puede más la tentación de seguir por el arcén de la carretera para acortar unos cuantos metros que la fidelidad a la ruta señalada. Y así se llega junto la Ermita de la Encarnación, en Palacios de Sanabria, junto a cuya entrada lateral me llama la atención un limosnero con un artístico grabado en la piedra que reza: SI AQUÍ TU LIMOSNA ECHARES TUS CAUDALES CREZERÁN A MILLARES
Por un sendero boscoso que sigue la trayectoria del antiguo Cordel de Benavente se llega a Remesal, pequeña localidad de 23 habitantes perdida en medio del monte, en cuya Ermita de Santa Marta tuvo lugar el 20 de junio de 1506 la reunión entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso que dio lugar al acuerdo llamado Concordia de Villafáfila, por el cual Fernando se retiraba a sus posesiones en Aragón y le cedía el trono de Castilla al esposo de su hija Juana, dado que se consideraba que la legítima heredera estaba incapacitada para reinar debido a su enajenación mental. La vigencia del acuerdo fue breve debido a la muerte de Felipe a los pocos meses, volviendo Fernando a asumir el trono de Castilla como regente, dado que el heredero de Juana y Felipe, el futuro emperador Carlos V, tenía tan sólo 5 años de edad.
En el tramo siguiente se vuelve a cruzar la autovía por dos veces, bordeando por una pista asfaltada la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, en la localidad de Otero de Sanabria. Tras sobrepasar el Arroyo del Manzanal se llega a la aldea de Triufé, donde en medio de varias casas en ruinas y alguna rehabilitada se encuentra la pequeña Ermita de San Amaro, a un paso ya de la villa de Puebla de Sanabria, que pronto se aprecia a lo lejos en una panorámica que domina todo el valle. Sólo queda cruzar de nuevo la autovía y descender hacia el cauce del Río Tera para apreciar el elevado promontorio donde se asienta la magnífica fortaleza tras la que se defendía su población.
Capital de la comarca, la Puebla de Sanabria es una localidad de 1.600 habitantes cuyo casco histórico ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico. Se encuentra ubicada en lo alto de un cerro, delimitado en gran parte de su contorno por la confluencia del Río Castro con el Río Tera, y situada en una zona estratégica fronteriza con Portugal y desde donde se controlaba el paso entre Galicia y Castilla.
Su núcleo urbano, antiguamente amurallado, está articulado alrededor de la Plaza Mayor, donde se encuentran sus edificios más destacados: El Ayuntamiento, la Iglesia de Nuestra Señora del Azogue y el Castillo de los Condes de Benavente. Sus calles empedradas y sus casas de piedra con fachadas blasonadas, amplios balcones y galerías acristaladas, dan una clara muestra de la importancia de esta localidad a lo largo de la historia.
La ciudad cuenta con fuero propio desde el reinado de Alfonso IX, a finales del Siglo XII, y dentro de ella, el Castillo constituía el principal baluarte defensivo del conjunto de murallas que la rodeaban por completo y de las que sólo quedan algunos tramos. Fue construido durante el Siglo XV sobre los restos de una antigua fortaleza por Alonso Pimentel, tercer Conde de Benavente, y cuenta como elemento central con una gran torre del homenaje, el macho, rodeada por recias murallas con varios cubos cilíndricos. La fortaleza cambió varias veces de dominio y resultó parcialmente destruida, tanto en las guerras con Portugal como en la Guerra de la Independencia, siendo cedida al ayuntamiento a finales del Siglo XIX, quien se encargó finalmente de su reconstrucción después de haberle dado usos tan dispares como prisión, gallinero y almacén de paja. Actualmente, sus salas albergan diversas actividades culturales.
También en la parte alta de la villa se encuentra la Iglesia dedicada a su patrona, la Vírgen del Azogue, iniciada en el Siglo XII en estilo románico, aunque cuenta con reformas y añadidos posteriores. Adosada a ella en uno de sus costados se aprecia la Ermita de San Cayetano, pequeña capilla con una rica ornamentación barroca. Completa la plaza el edificio isabelino del ayuntamiento, construido en la época de los Reyes Católicos, cuya fachada cuenta con dos plantas porticadas flanqueadas por sendos torreones.
Buen lugar es éste para hacer un descanso y reponer fuerzas, y también lo sería para terminar aquí la etapa, pero como todavía me quedaba una buena porción del recorrido previsto para hoy, después de la corta visita abandoné la parte alta del casco histórico, y sentado en un mesón de la Calle del Arrabal pude saciar adecuadamente la sed y el hambre, que a estas horas ya amenazaba con que mi estómago empezase a hablar alto y claro...
Pasaban ya de las 2 de la tarde cuando salía de la Puebla, cruzando el Río Castro sobre el puente medieval y enfilando la pista que, bordeando su cauce, se dirige hacia los puertos de montaña. Durante un buen rato se camina a la sombra de los chopos y con el murmullo del cercano discurrir del agua. Aunque la hora es propicia para la siesta, el camino se hace agradable, y alternando tramos de buen firme con otros de molestos cantos rodados, e incluso alguna incursión por el asfalto, en algo menos de dos horas se llega a la Iglesia de Santiago, situada junto a una arboleda próxima a la aldea de Terroso.
No queda más que un último esfuerzo, y después de sobrepasar una zona boscosa por un sendero que avanza en ligero ascenso, se vuelve a perder altura hasta llegar a atravesar la autovía por un puente, muy cerca ya de la entrada en Requejo de Sanabria, localidad situada a los pies del Puerto del Padornelo y que marca para mi el final de esta larga jornada.
El camino desemboca en la carretera N-525, que atraviesa la localidad pasando junto a la Ermita de la Virgen de Guadalupe y muy próxima a la Iglesia de San Lorenzo, que domina desde lo alto con su vistoso campanario. Mi primera intención es buscar plaza en uno de los albergues y, tras visitar el que está al borde de la carretera, decido quedarme en el local de propiedad municipal, donde ya están alojados varios peregrinos y, aunque es un tanto austero, está limpio, ordenado y es mucho más barato.
Aquí me encuentro con una pareja de cierta edad que se me hace conocida... y después de mucho dar vueltas a la cabeza me viene a la memoria un desayuno en completo silencio en un día ya lejano, en el albergue de El Real de la Jara, cuando todavía no había abandonado los calores de la provincia de Sevilla... Pero esta vez sí se soltaron a hablar, y me comentaron que habían hecho algunos de los tramos posteriores en autobús.
Después de las tareas rutinarias de cada final de etapa, ducha y colada incluidas, por fin pude hacerme las curas de unas pequeñas heridas que me salieron entre los dedos de los pies, a pesar de que cada día ponía especial cuidado en proteger con pequeñas tiras de esparadrapo aquellas zonas más sensibles a las rozaduras. Cuando ya estaba preparado para una nueva batalla, salí a conocer el pueblo y sus lugares de aprovisionamiento, que aquí se limitan a una pequeña tienda de comestibles y a un par de bares junto a la carretera. La variedad no era mucha, pero además de disfrutar de una cerveza bien fresca, pude comprar lo necesario para salir tranquilo al día siguiente.
Requejo de Sanabria es una pequeña localidad con unos 170 habitantes que se encuentra en un entorno natural privilegiado, rico en agua y plagado de fuentes, arroyos y regatos. Situado a 1.000 metros de altitud, en el inicio del ascenso al Puerto del Padornelo, cuenta en sus alrededores con parajes naturales de gran valor, como el Bosque de Tejedelo, una masa forestal de tamaño considerable que conserva un buen número de tejos, robles y castaños, algunos de ellos milenarios, así como diversas especies de aves y mamíferos. En las calles de su núcleo urbano hay varias fuentes, y se pueden apreciar hermosos ejemplos de construcciones típicas de esta zona de montaña, casas de piedra con amplios balcones de madera y tejados de pizarra.
Al final de la jornada, una vez tumbado sobre la cama y oyendo a través de mis pequeños auriculares las noticias que daban por la radio, me fui quedando dormido con la mente puesta en la siguiente jornada, auténtica "etapa reina" donde me había propuesto el ambicioso objetivo de superar los dos puertos de mayor entidad de todo el recorrido hasta Compostela, El Padornelo y A Canda, con la intención de finalizar en la localidad orensana de A Gudiña.
Galicia estaba ya a tiro de piedra...
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1 comentario:
A la vista de los errores en la señalización, que habría que cambiar las señales sobre el camino o las guias editadas, o ambas cosas a la vez. A lo mejor las guías actuales no vienen con excesivos detalles
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