sábado, 26 de febrero de 2011

ETAPA 25: RIBADISO DE ABAIXO - SANTIAGO DE COMPOSTELA

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Jueves, 21-10-2010: De Ribadiso de Abaixo a Santiago de Compostela (42 Km.)
  
El premio final... Compostela.

Brumas a primera hora. Cielo despejado y buena temperatura durante todo el día.



Puede que me haya vuelto muy exigente después de la gran variedad de lugares recorridos hasta aquí, pero el itinerario de esta última etapa no es el que mejor recuerdo me ha dejado de esta andadura. Ni por la dificultad de su recorrido, ni por la belleza de sus paisajes, ni por la monumentalidad que nos espera en los lugares de paso. La racanería con que la ruta de hoy dosifica los escasos buenos momentos parece querer reservar todo lo mejor para disfrutar de la llegada, ya que el encuentro final compensa con creces las carencias anteriores.

Allí  nos espera la Catedral románica por excelencia, aunque muy barroca en su evolución posterior, ubicada en una espaciosa plaza donde cada piedra es una pequeña aportación al significado de la palabra Arte, y rodeada por los muros de una ciudad ya antigua, cuyas angostas callejuelas están invadidas por una sutil atmósfera de ilustración y espiritualidad desde hace varios siglos.

Son las 6.30 h. en el albergue de Ribadiso. Suena el despertador y, para cumplir con el horario acordado la noche anterior, comenzamos a vestirnos a oscuras. Cuando son ya más de las siete y el resto de los dormitorios hace rato que están a plena actividad, en la parte alta del albergue nadie  más parece querer ponerse en marcha. Con la luz de una pequeña linterna trato de componer mi mochila intentando molestar lo menos posible, pero no puedo evitar el ruido que hacen las bolsas de plástico con las que impermeabilizo toda mi ropa, y tampoco las reiteradas quejas de una persona que va elevando progresivamente la intensidad de su protesta... Hasta que se atreve a levantar la voz y reprender a los que interrumpimos el sueño que cree merecer... No pude reprimir una severa respuesta, porque me salió del alma, pero me quedé muy tranquilo. Y en la habitación se hizo el más absoluto silencio... y alguien encendió la luz...

Durante el desayuno nos echamos unas risas comentando la jugada, y así, cargados de ánimo, empezamos los Tres Mosqueteros la última parte de nuestra aventura. Mientras a nuestra espalda el sol comenzaba a levantarse entre la bruma, y después de "calentar motores" en los primeros  minutos de subida inicial, alcanzamos un buen ritmo de marcha a la entrada de Arzúa, capital da terra do queixo, que con algo más de 2.000 habitantes es una localidad bastante anodina.



En medio de un paisaje siempre verde, donde el horizonte se suaviza y las pendientes desaparecen, avanzamos por una pista con buen firme, entre pastizales que se alternan con plantaciones de eucaliptos. La carretera sigue en paralelo pero a cierta distancia de la ruta, evitando las aldeas de Pregontoño, A Peroxa, Tabernavella, Calzada, Outeiro, Boavista, Salceda, Ras, Brea y O Empalme, en un itinerario donde hay poca cosa para destacar aparte de un par de monumentos levantados en memoria de sendos peregrinos fallecidos. Junto a la Capilla de Santa Irene, al costado de una fuente de aguas milagreiras, encontramos a un grupo de gente que participa en una celebración, en la que no falta el típico puesto de rosquillas atendido por un hombre feliz.

















Casi sin detenernos, seguimos avanzando a lo largo del camino en una relajada conversación, y disfrutando de la agradable compañía. Uno de los temas de la jornada es el cambio de gobierno que ayer anunció Zapatero, con renovación en varios ministerios, y del problema de la deuda, que parece poner en duda la solvencia de la economía española. También hablamos, en este caso en francés, de las repetidas huelgas y revueltas callejeras contra las reformas acometidas por Sarkozy, que pueden llegar a dificultar el abastecimiento de combustible en amplias zonas del país. Nos inspiran las curvas del camino...



Mis compañeros de viaje muestran unas irrefrenables ansias de conocimiento, y antes de llegar a A Rúa, aprovechamos la sombra de los eucaliptos para comentar la reciente prohibición de las corridas de toros aprobada por el Parlamento de Cataluña, y de su posible relación con la declaración de inconstitucionalidad de una parte del Estatuto de Autonomía. Muy ameno e instructivo.

Pero al pasar a la altura de O Pedrouzo, capital del concello de O Pino, mi pierna izquierda me dice al oido ¡Ya te vale! y amenaza con negarse a continuar. Como dependo de ella para llegar hasta el final, no me queda más remedio que pedir un alto (On doit s´arrêter!). En una terraza frente al polideportivo, mientras disfrutamos de un rato de descanso al sol, nos sirven unas cervezas frías y unos buenos bocadillos, que serán nuestra comida de hoy. Mis colegas saben por experiencia que en pocos minutos volveré a estar como nuevo.



Después de echarnos unas risas en un rato de conversación con unas peregrinas que se sentaron a nuestro lado, continuamos nuestro camino por una pista de tierra que, atravesando una carballeira, nos conduce por las aldeas de San AntónAmenal y Cimadevila hasta las inmediaciones del Aeropuerto de Lavacolla. La presencia de un polígono industrial y de las pistas de aterrizaje nos obliga a dar un gran rodeo en paralelo a la autovía.















A partir del núcleo de San Paio, el asfalto ya no nos abandona hasta el final de la etapa. En la aldea de Lavacolla nos detendremos junto a la Iglesia de San Paio, del Siglo XIX, para rellenar las cantimploras con el agua de la fuente parroquial, que tiene truco. Sentados en la escalinata de piedra, al hurgar en la mochila descubro algo de fruta, de la que damos cuenta al instante para no cargar durante el último tramo con un sobrepeso innecesario. Poco después pasaremos por el Rego de Lavacolla, un arroyo en el que, según cuenta la tradición, los peregrinos han de lavarse de cuerpo entero para llegar a la catedral desprovistos de "olores impuros" y evitar así que el botafumeiro trabaje en exceso.



Queda aún una última subida hasta Vilamaior, para entrar después en un tramo de rectas que, pasando junto a los centros emisores de la TVG y la TVE, nos acerca hasta San Marcos, ya casi un barrio residencial más de la ciudad, que termina en la entrada posterior del complejo del Monte do Gozo, junto a la pequeña Capilla de San Marcos.

La parte más alta está coronada por un gran monolito que conmemora la visita que realizó Juan Pablo II a la ciudad en 1993. La construcción pasa por ser un monumento dedicado a los peregrinos en el lugar desde donde, según cuentan, divisaban por primera vez las torres de la Catedral, de la que no encontramos referencias. Ya de bajada, recorremos la calle central del complejo donde se encuentra el albergue, que tiene todo el aspecto de un campo de concentración.



Ya casi estamos a tiro de piedra de nuestro objetivo. Después de bajar por unas escaleras que conducen al puente que salva la autopista, la carretera nos lleva hacia el Barrio de San Lázaro pasando sobre la vía férrea y la autovía de circunvalación. Su larga avenida central se desvía más adelante, y rodeando el Barrio de Fontiñas, a llegar a la Avenida de Lugo nos da entrada a las calles de la  ciudad.

Siguiendo por la Rúa dos Concheiros y la Rúa de San Pedro pasaremos junto al Convento de Santo Domingo de Bonaval antes de entrar en el casco antiguo por la desaparecida Porta do Camiño.



Las calles se estrechan ahora en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, y caminando con emoción sobre sus piedras históricas, avanzamos entre ilustres y añejos edificios por la Rúa das Casas Reais, la Praza de Cervantes y la Rúa da Acibechería, hasta la Praza da Inmaculada, limitada a un costado por la fachada Norte de la Catedral (Puerta del Paraíso) y al otro por el Convento de San Martín Pinario. Sólo nos queda descender las escaleras que pasan bajo el Arco de Gelmírez para entrar en la Praza do Obradoiro.



Son casi las cinco de la tarde cuando San Pablo, Saint Philippe y el Arcángel San Miguel (que debe ser mucho más que santo), llegan al centro de la plaza y se sitúan frente a la fachada principal de la Catedral de Santiago de Compostela, donde la peregrinación llega a su fin. Y esto es lo que ven.



Situados en el Km 0 de todos los Caminos a Santiago, y llegados al fin a nuestro destino, nos fundimos en un sincero abrazo. Son muchas las emociones que se agolpan... incontables las imágenes que permanecen en el recuerdo... muy intensos los momentos que se reviven en ese instante...

Me vienen a la memoria evocaciones tan distantes como la primera noche en el albergue de Somport, la fuente que nunca quiso aparecer, antes de Artieda, el lejano día de mi 50 cumpleaños, las dulces uvas de Cirauqui, el artista anónimo y el mosto recién pisado de Hontanas, el gran diluvio en medio del páramo palentino, el imaginado ataque de los chinches en Burgo Ranero, el largo descenso de la Cruz de Ferro y la cartera olvidada en Ponferrada, la gloriosa jornada de paso por O Cebreiro, la noche junto a la lareira del albergue de Sarria... También tengo presentes los buenos momentos en compañía de estos dos Santos que están a mi lado... Y no me olvido tampoco de los padecimientos que me provocó la tendinitis de las primeras jornadas y la periostitis tibial que todavía llevo conmigo... Ni de todos y cada uno de los momentos vividos, que han hecho que haber emprendido este Camino haya merecido la pena.

Pero para que la peregrinación sea completa quedan aún unos trámites que cumplir y unos ritos por los que ha de pasar todo peregrino, y a ello nos encaminamos una vez recuperados de la euforia del momento. En la Casa do Deán, situada en Rúa do Vilar 1, esperamos la cola formada ante la Oficina del Peregrino para recoger la Compostela, el diploma que acredita haber realizado la peregrinación. Para ello comprueban que los sellos estampados en los diferentes albergues dan fe de que nuestro recorrido cumple con las condiciones. Pero... ¿Habéis venido corriendo?



Allí acuden Belén y Andrés, que son los primeros en darnos la bienvenida, y a la salida, cuando nos dirigimos a la Praza da Quintana, Carlos se une al grupo. Nos toca ahora esperar otra cola para entrar en la Catedral por la Puerta Santa...

Inmortalizar la emoción de Philippe a la entrada, tocar las piedras del interior de la catedral, subir en fila india para dar el abrazo al Santo y bajar hasta la cripta para contemplar el venerado sepulcro, son momentos que vivo ahora con una intensidad especial, y que, a pesar de que son repetidos para mí, toman un nuevo significado por el hecho de ser compartidos con esta gente que viene hasta aquí desde tan lejos.





















...Y después de un rato largo disfrutando juntos de una última cerveza, ya con ganas de una ducha caliente y de un merecido descanso, llega el momento de la despedida. ¡Hasta siempre, compañeros! ¡Ha sido una gran satisfacción para mí sentir vuestra cercanía! ¡Pablo, gracias por los buenos momentos! Au revoir, Philippe, nous nous reverrons bien sûr! Y sobre la escalinata de la Quintana de Mortos volvieron a separarse nuestros caminos...



Sólo me queda agradecerte, Carlitos, que hayas estado ahí para acompañarme. Esa noche dormí muy a gusto en mi cama... sin pensar en el día siguiente.

¡Ah... Se me olvidaba! Como no podía ser de otra manera, al final del camino cumplí con dos compromisos que había contraído. El primero, saludar al apóstol por encargo de un buen amigo, navarrico él... ¡No hay Santo más abrazado!  Y el segundo, transportar hasta el final la piedra azul que recogí antes de llegar a Ruesta, junto al Embalse de Yesa, y que deposité a mi llegada sobre la vieira del Km 0, ante la basílica que fuera arrasada por las huestes de Almanzor allá por el año 997 y que fue reconstruida poco después, siendo consagrada como Catedral el 3 de Abril de 1.211, bajo el reinado de Alfonso IX.




















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6 comentarios:

Replicante dijo...

¡Por fin!..hemos llegado al final del camino.
¡Enhorabuena , Peregrino....objetivo conseguido!
Las fotos son extraordinarias.
Enhorabuena otra vez por este excelente trabajo.

Nando dijo...

Todo camino tiene su final. El recorrerlo "contigo" ha sido enriquecedor, ameno y hasta emocionante; enhorabuena por el camino y por estos relatos y fotografías en las que has dejado reflejado un poco de tu saber y lo que es más importante, de tu alma, tu voluntad, tu fuerza interior y tu espiritu de lucha; felicidades peregrino.

Be* dijo...

¡¡ENHORABUENA PEREGRINOS!!

Ha sido muy emocionante seguir las etapas, aunque fuese "en diferido".

De verdad se siente una como si fuese caminando a tu lado y compartiendo todas esas vivencias. Y, como siempre, las fotos son excelentes obras de arte, nada que envidiar a las de National Geographic ;)

Un besiño muy grande, ¡espero el relato de tu siguiente aventura!

Miguel Aradas dijo...

Continuará...

Philippe dijo...

Tengo una pregunta porque no te he visto tomar notas durante el camino: comment est ce possible de se souvenir de tous cela...tienes un secreto o una memoria de elephante?

Miguel Aradas dijo...

Philippe, si je te raconte mon secret, il ne sera déjà un bon secret.