domingo, 24 de mayo de 2009

7ª ETAPA: León - Molinaseca

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- Distancia recorrida: 105 Km.
- Hora de Salida: 09.00 h.
- Hora de Llegada: 19.10 h.
- Puertos con dificultad: Alto de Foncebadón -Cruz de Ferro- (1490)
- Lugares de paso: 1.- León - 2. Virgen del Camino - 3. Villadangos del Páramo - 4. Hospital de Órbigo - 5. San Justo de la Vega - 6. Astorga - 7. Rabanal del Camino - 8. Cruz de Ferro - 9. Molinaseca

Jueves, 2 de Abril de 2.009 - Frío al amanecer. Sol y cielos despejados

- Desarrollo de la jornada: Cuando dejamos el albergue hacía 3ºC bajo cero ¡Qué pelete! Pero este día amaneció despejado y el sol hizo su trabajo rápido y bien. Antes de las horas centrales del día ya nos empezaba a sobrar la ropa. Terminaríamos en manga corta.

Sin salir de León paramos a desayunar en una cafetería en pleno centro, con las bicis siempre a la vista. Ya con los depósitos llenos, bordeamos el río Bernesga por el Paseo de la Condesa de Sagasta hasta la monumental Plaza de San Marcos, donde se puede contemplar el impresionante Hostal de San Marcos. Desde allí atravesamos el río por el puente de piedra y enfilamos la salida hacia la localidad de la Virgen del Camino, siempre por zona urbana o industrial y con bastante tráfico. Es una salida muy fea.















Una vez superados unos cuantos nudos viarios y recuperados los espacios abiertos, el Camino sigue por andaderos paralelos a la carretera, por los que de forma monótona sobrepasamos varias localidades (Villadangos del Páramo, San Martín del Camino y otras menores) hasta llegar al largo y espectacular Puente de Órbigo, construcción medieval por la que atravesando el río llegamos enseguida a Hospital de Órbigo.



















En el centro del pueblo paramos a sellar en el albergue parroquial, con un patio interior de estilo castellano muy bien cuidado. A partir de aquí, aburridos ya de marchar en paralelo a la carretera, nos desviamos dando un pequeño rodeo hacia la variante de Santibáñez de Valdeiglesias, mucho más agradable a la vista, por la que circulamos subiendo y bajando entre viñedos, trigales y arboledas. Llegaremos poco después al Mirador de Santo Toribio con su sólido crucero, situado en una pequeña meseta desde donde se divisa la milenaria ciudad de Astorga escoltada en el horizonte por la Sierra del Teleno y los Montes de León.

















Tras la bajada atravesamos San Justo de la Vega y el valle del río Tuerto, donde nos encontraremos de nuevo circulando en paralelo con la carretera. Al cabo de un rato, y después de una rotonda, subiremos una dura rampa que nos introduce en las Murallas del conjunto histórico y monumental de Astorga. En la Plaza del Ayuntamiento ya están preparando los ritos de la próxima Semana Santa. Seguimos hacia la Catedral, cuya fachada está en obras de restauración, y hacemos una parada frente al Palacio Episcopal, obra del genial Gaudí. Aquí nos encontramos con una joven argentina que estaba haciendo el camino en compañía de su perrito, al que llevaba muy bien vestido. Tenía mucho arte... también para sacar buenas fotos.
















A partir de Astorga nos espera una larga y continuada subida hacia el "techo" del Camino, la Cruz de Ferro, situada a 1490 m. de altitud en el alto de Foncebadón. A los pies del palacio de Gaudí (869 m.) se fragua una escapada...

Nuestro "Sherpa incansable", siempre sometido a la dura disciplina de marchar con el pelotón, quiere probar sus fuerzas en el ascenso. Contará para ello con la ayuda inestimable de un gregario de lujo, que poniéndose a tirar en cabeza al poco de salir de Astorga, imprimirá a la marcha un ritmo endiablado, fracturando el grupo en dos y llevándole en volandas hasta la misma base del puerto en Rabanal del Camino. A partir de allí, una vez habituallado, nuestro campeón seguirá en solitario dispuesto a "darlo todo" en la subida a la mítica Cruz. ¡Ultreia et suseia!

Una vez cumplida su callada tarea, el gregario esperará a la llegada del resto del pelotón en el punto de habituallamiento de Rabanal, para sumarse en la subida a su ritmo más reservón y en un ambiente de extraordinaria camaradería. En la empinada calle Real comimos unos bocatas que nos sirvieron en la Hostería El Refugio, para no subir con exceso de carga.
















Desde unos kilómetros antes de Rabanal del Camino los matorrales del páramo van dando paso a zonas de prados y arboledas, sobre todo de carrascales. En esta época del año todavía no habían eclosionado los nuevos brotes, con lo que los árboles presentaban un aspecto un tanto desangelado. Sin prisas, pero sin pausa, íbamos subiendo con buen humor y pedalada constante hasta llegar a la aldea de Foncebadón, muy próxima al alto al que cede su nombre. Allí nos detuvimos un buen rato a contemplar el paisaje montañoso y a sacar unas fotografías para el recuerdo.














Inmediatamente después de la aldea nos encontraremos las rampas más duras que, aunque cortas, nos llevarán a una pequeña meseta cubierta de pinos que tendremos que recorrer hasta llegar a uno de los principales hitos del Camino: La Cruz de Ferro

Como se puede ver en las fotografías, no es muy espectacular. Se trata de una pequeña cruz metálica en lo alto de un poste de madera que está clavado en un montículo de piedras, muchas de ellas con mensajes o inscripciones. La tradición dice que allí cada peregrino ha de depositar la piedra que transporta desde el punto en que inició su Camino. Nosotros así lo hicimos... ¡Qué gran peso nos quitamos de encima! ¡Auténtica piedra francesa!
















Una vez reagrupado el pelotón y narradas las respectivas experiencias, comienza una larguísima bajada por asfalto que salvando casi mil metros de desnivel nos adentrará en la comarca de El Bierzo y nos llevará hasta el punto final de la etapa. Más de 17 kilómetros de curvas por los que hay que circular con mucha precaución, en los que los frenos de la bicicleta sufrirán un fuerte desgaste. Afortunadamente el Camino no se recorre en sentido contrario, esto sería durísimo.

Pero antes de comenzar las rampas más pronunciadas nos topamos en Manjarín con otro lugar de parada obligatoria en el albergue del brasileño, uno de los más característicos del Camino. El café a cambio de la voluntad es francamente malo, pero tiene muchos detalles para ver y vende algunos recuerdos para llevar. Seguimos después con la bajada...













Si el trayecto por carretera es peligroso, que decir si hubiésemos elegido el camino para los peregrinos a pie. Menos mal que fuimos obedientes, porque nos reiteraron en más de una ocasión que no era viable para las bicicletas. Seguíamos bajando...













En medio del descenso atravesamos por su Calle Real la bonita aldea de El Acebo, también en pendiente, y dejamos a nuestra izquierda la población de Riego de Ambrós a sólo 4 kilómetros del que será nuestro destino de esta jornada, el pueblo de Molinaseca, uno de los más bonitos y mejor cuidados que nos hemos encontrado en nuestra trayectoria como peregrinos, que ya empieza a ser larga.

Nos dirigimos al albergue Santa Marina, situado en las afueras en plena ribera del río Boeza y regentado por Alfredo ("el de los pimientos" según Juan, el famoso crack pamplonica). Es privado, pero muy moderno y bien acondicionado, y nos dejan toda una habitación en exclusiva para nosotros. Las bicis también quedan a buen recaudo. Hoy toca otra vez hacer la colada, hay lavadora y secadora.












Una vez solucionadas las cuestiones logísticas y de higiene personal salimos "a conquistar el pueblo", que daremos por dominado cuando entremos en el primer sitio donde brindar con cinco cervezas por la buena marcha que llevamos sin apenas complicaciones. Cenaremos después estupendamente con un "menú del peregrino" en un mesón cercano al puente romano. Ya casi estamos a las puertas de Galicia y el camino ha entrado en su parte mas bonita.



















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1 comentario:

Be* dijo...

Jeje, eso de "brindaremos con cinco cervezas" puede dar pie a malas lecturas Papi...tan deportistas que soys.... =D