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Diálogos teologales en tarde de fútbol.
Al levantarme, carreté todos mis trastos desde el dormitorio hasta el contenedor donde está instalada la cocina. En el local siguen desplegadas desde la tarde anterior numerosas prendas que los peregrinos han dejado a secar, y aunque el cielo sigue cubierto de nubes, hoy parece que el riesgo de lluvia es menor que ayer. Estoy a 68 kilómetros de alcanzar mi meta, distancia excesiva para pretender completarla en una sola etapa, pero no es fácil plantear un punto intermedio donde hacer escala. Curiosamente, al acercarse a Santiago la dotación de albergues es más escasa que a lo largo de toda la ruta. Ayer estuvo un hombre por aquí publicitando un albergue privado que acaban de abrir en Silleda, a 28 kilómetros de Dozón, pero me gustaría llegar un poco más lejos. Veremos como transcurre la jornada, quizás tenga que buscar otro alojamiento alternativo...
Al salir al exterior, enfilé directamente y sin pasar por el pueblo hacia el polígono industrial al que me habían llevado las flechas la tarde anterior, y allí enlacé con el itinerario correcto. Después de caminar un rato junto a la carretera se llega al Alto de Santo Domingo, a poco más de 700 metros de altitud, donde comienza un suave descenso hacia el extenso Valle del Deza.
La ruta va hilvanando caminos y corredoiras de distinta naturaleza, que unen modernas granjas con caseríos aislados, casas de labranza, y pequeñas aldeas donde se distribuye una población aún muy diseminada. Santo Domingo, Puxallos, Pontenoufe, A Xesta... Cada núcleo tradicional cuenta con un cruceiro y una pequeña ermita dedicada a su patrón, pero junto a algunas edificaciones más modernas se aprecia también el gusto actual de sus habitantes por la iconografía en piedra, plasmada en los tradicionales símbolos jacobeos o en otros elementos que acentúan el culto a la personalidad. Así, en un doble busto junto a una casa en Puxallos, quedará inmortalizada para siempre la memoria de Los dos Reboredos, Manuel y Dosinda.
El itinerario, que evita con acierto las grandes vías de comunicación, atraviesa un puente sobre la autovía AP-53 y cruza la vía del AVE, pasando bajo el viaducto del Deza en las proximidades de Lalín, aunque curiosamente no pasa por la pujante capital de la comarca, y la evita internándose por caminos que recorren las aldeas de Baxán, Botos y Donsión. En contraste con lo visto en la provincia de Ourense, la señalización de esta zona está bastante descuidada, y es frecuente encontrarse con señales deterioradas o en las que han arrancado algunos de sus elementos identificativos, aunque el paisaje nada tiene que envidiar al anterior.
En una zona próxima al Polígono Industrial Lalín 2000, en A Laxe, donde la Xunta ha decidido ubicar un moderno y funcional albergue, el camino coincide con la carretera N-525 en un pequeño tramo donde hay un bar-restaurante que se anuncia a los peregrinos. Allí aprovecho la oportunidad para hacer un descanso a mitad de etapa y tomarme un café con leche y unos sobaos.
La marcha continúa después por una maraña de pistas y caminos que evitan la carretera, pero avanzan en paralelo a ella por un pequeño caos de lugares habitados e instalaciones agrícolas que han crecido en sus costados, Vilasoa, Bendoiro, Prado, A Borralla... que se alternan con zonas arboladas o de pradera.
En las proximidades del Río Deza se recupera el antiguo Camino Real, que todavía conserva un importante tramo empedrado que atraviesa las encajonadas aguas del río sobre el Ponte Taboada. Construido en el año 912 en un lugar de paso obligado entre las ciudades de Santiago y Ourense, su arco románico se asentó entre dos peñascos, en sustitución de una estructura de madera anterior de la que conservó el nombre, Pons Tabulata. El lugar es de gran belleza, y está rodeado de una frondosa vegetación que llega a echar raíces en sus muros. Actualmente es lugar de paso de peregrinos y punto de unión entre los términos municipales de Lalín y Silleda.
El enlosado de piedra continúa en el tramo de subida que llega hasta la aldea de Taboada, a la que llegué justo después del mediodía. En su Iglesia de Santiago acaban de celebrar la Misa del Corpus, por lo que pude visitar el interior de este pequeño templo románico construido en el Siglo XII, que tiene en el tímpano de la entrada un grabado con la figura de Sansón desquijando a un fiero león. Fue edificada sobre una antigua necrópolis, uno de cuyos sarcófagos de piedra se conserva junto al cruceiro situado a su entrada, donde también se puede contemplar una moderna figura en piedra dedicada a Santiago el Peregrino.
Al salir de la iglesia, el Camino Real se interna entre las sombras del Couto de Trasfontao, un hermoso bosque de robles que se interrumpe bruscamente al llegar al Parque Empresarial de Silleda, que ocupa una parte de su territorio. El paseo por la excepcional carballeira se reanuda poco después, y continúa hasta llegar al Pazo de Trasfontao, donde varios árboles de gran tamaño dan cobijo a un edificio amurallado del Siglo XVIII que cuenta entre sus dependencias con un gran hórreo, un palomar circular y una capilla dedicada a Santo Tomé. Recientemente ha sido adquirido para ser rehabilitado y dedicado a uso privado.
El camino continúa empedrado en la bajada hacia el Rego de Mera, y después de recorrer el territorio de varias granjas ganaderas, entra en Silleda. La localidad cuenta con todos los servicios, y su actividad económica principal se basa en las actividades agropecuarias. Su desarrollo reciente gira en torno a su recinto ferial, donde se celebra la Semana Verde de Galicia, pero salvo la Iglesia de Santa Baia carece de edificios de especial interés histórico o arquitectónico. Ésta era una de las opciones que manejaba como final de etapa, pero como llegué sobre las 13 horas, todavía me sobraban fuerzas y tiempo para continuar, y tiré del teléfono de un hotel en Bandeira para reservar una habitación. Esta tarde, la selección española de fútbol comenzaba su participación en el mundial con un partido contra Italia, y el evento merecía ser disfrutado con todas las comodidades. Hoy me daría un homenaje.
El núcleo urbano se abandona siguiendo el arcén de la carretera N-525, hasta que la ruta abandona el asfalto y prosigue por una serie de caminos que avanzan en paralelo a la vía principal, pero a una distancia suficiente para no advertir su presencia y disfrutar del entorno natural. Se recorren de esta manera las pequeñas aldeas de O Foxo y San Fiz, y se pasa junto a varias explotaciones ganaderas hasta que, poco después de atravesar un puente sobre la autovía AP-53, el camino vuelve a retomar el asfalto y entra en Bandeira por carretera.
Bandeira es una localidad de casi mil habitantes que pertenece al municipio de Silleda, cuya economía se basa también en las actividades agrícolas y ganaderas. Su origen es debido a las ferias que se celebraban junto a un cruce de caminos, en las proximidades de una casa fuerte denominada Casa da Bandeira. El crecimiento de la villa en torno a la carretera nacional es reciente, y cuenta con buenos servicios, pero carece de albergue para peregrinos a pesar de que se encuentra a poco más de 30 kilómetros del final del Camino. Hay un pequeño albergue de ocho plazas dentro de las instalaciones del Camping de Medelo, en medio de la nada, sin ningún tipo de servicios, y apartado casi 3 kilómetros fuera de la ruta, pero todas las guías lo consideran un lugar poco recomendable.
Me instalé por un precio razonable en una habitación doble del Hotel Victorino, donde me pude duchar cómodamente y dormir una buena siesta. La habitación tenía televisión, pero la pantalla era pequeña y la ocasión merecía mayor amplitud de imagen. Cuando a media tarde salía hacia una cafetería próxima que ya tenía localizada, entraba buscando alojamiento Andreas, el teólogo aleman. Como no le interesaba el fútbol, quedamos emplazados para vernos a la hora de la cena.
El partido no dio mucho de sí. La selección española salió a jugar sin delantero centro y le costó entrar en el partido. Tras empatar el gol que Italia marcó en la segunda parte, ambas demostraron tenerse mucho respeto, y ninguna de las selecciones fue capaz de desequilibrar de nuevo el marcador. Por entonces todavía no sabían lo que sucedería unos días después, en la final del campeonato...
Después de la cena, sentados a la mesa en torno a una botella con dos vasos de vino y sin nada mejor que hacer hasta que llegase la hora de retirarnos, dedicamos un buen rato a la charla. Ya fuese por la proximidad de la catedral, o por la influencia invisible del apóstol, o lo que es más probable, por la perniciosa consecuencia de los efluvios del alcohol, el caso es que terminamos hablando de temas religiosos... Al mostrarle mi curiosidad sobre sus estudios de doctorado en teología, me comentó que el objeto de su tesis era La Vocación. Le pregunté entonces si después del trabajo de investigación que llevaba acumulado podía definir ese concepto de forma certera, a lo que me contestó con un ambiguo "depende" que habría erizado el vello al Papa Benedicto, enemigo declarado del relativismo. Es posible que en la respuesta se hubiese dejado influir por el ambiente y el paisaje gallego, pero sólo estaba calentando motores...
Hablamos del actual descenso de vocaciones religiosas, de los seminarios casi vacíos, de la avanzada edad de la mayoría de los sacerdotes, de la carencia de fe en gran parte de la población... Circunstancias todas ellas coincidentes, tanto en España como en Alemania, y que ponen en riesgo la continuidad de la transmisión cultural de la religión, pero de las que afirmó no sentirse preocupado. Dice no creer en la religión transmitida por medio de la educación o el entorno cultural porque genera individuos poco comprometidos. Según sus palabras, "Mejor pocos creyentes, pero auténticos. La fe no puede limitarse a creer en una idea, sino que debe ser la consecuencia de algo vivido, de la experiencia de un encuentro, de un encuentro con Dios. Yo nunca daría la vida por una simple idea..."
Como la conversación había entrado en el terreno personal, le confesé que yo no pertenecía a ese grupo de elegidos, que nunca había participado de esa experiencia ni vivido ese encuentro "... pero respeto tu forma de pensar aunque no llegue a compartirla ni comprenderla, como también respeto a los que tienen otras creencias, en la medida en que no utilicen la coacción o la violencia para tratar de imponerlas". Para mi sorpresa, un tanto alterado me contestó que él no podía respetar a los que tenían una fe o unas creencias distintas, porque habían demostrado que eran el resultado de culturas inferiores... "Y si no, mira lo que está pasando con los musulmanes".
Para mí, que siempre prefiero mantener una distancia escéptica en estos temas, sus palabras habían llegado a un punto de no retorno. Lo achaqué a sus posibles limitaciones en el uso de otro idioma que no era el suyo, y así se lo dije, pero como no mostró ninguna intención de matizar o reorientar sus tajantes afirmaciones, di por finalizada la conversación y me despedí de él. No volvimos a encontrarnos.
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Por el Camino de los Mozárabes: Ruta Sanabresa
Domingo 10-6-2012 - De Castro-Dozón a Bandeira (35,7 Km.)
Salida: 6.45 - Llegada: 14.40
Diálogos teologales en tarde de fútbol.
Muy nuboso, con lluvias débiles y temperaturas otoñales (Mín. 10ºC - Máx. 18ºC)
Al levantarme, carreté todos mis trastos desde el dormitorio hasta el contenedor donde está instalada la cocina. En el local siguen desplegadas desde la tarde anterior numerosas prendas que los peregrinos han dejado a secar, y aunque el cielo sigue cubierto de nubes, hoy parece que el riesgo de lluvia es menor que ayer. Estoy a 68 kilómetros de alcanzar mi meta, distancia excesiva para pretender completarla en una sola etapa, pero no es fácil plantear un punto intermedio donde hacer escala. Curiosamente, al acercarse a Santiago la dotación de albergues es más escasa que a lo largo de toda la ruta. Ayer estuvo un hombre por aquí publicitando un albergue privado que acaban de abrir en Silleda, a 28 kilómetros de Dozón, pero me gustaría llegar un poco más lejos. Veremos como transcurre la jornada, quizás tenga que buscar otro alojamiento alternativo...
Al salir al exterior, enfilé directamente y sin pasar por el pueblo hacia el polígono industrial al que me habían llevado las flechas la tarde anterior, y allí enlacé con el itinerario correcto. Después de caminar un rato junto a la carretera se llega al Alto de Santo Domingo, a poco más de 700 metros de altitud, donde comienza un suave descenso hacia el extenso Valle del Deza.
La ruta va hilvanando caminos y corredoiras de distinta naturaleza, que unen modernas granjas con caseríos aislados, casas de labranza, y pequeñas aldeas donde se distribuye una población aún muy diseminada. Santo Domingo, Puxallos, Pontenoufe, A Xesta... Cada núcleo tradicional cuenta con un cruceiro y una pequeña ermita dedicada a su patrón, pero junto a algunas edificaciones más modernas se aprecia también el gusto actual de sus habitantes por la iconografía en piedra, plasmada en los tradicionales símbolos jacobeos o en otros elementos que acentúan el culto a la personalidad. Así, en un doble busto junto a una casa en Puxallos, quedará inmortalizada para siempre la memoria de Los dos Reboredos, Manuel y Dosinda.
El itinerario, que evita con acierto las grandes vías de comunicación, atraviesa un puente sobre la autovía AP-53 y cruza la vía del AVE, pasando bajo el viaducto del Deza en las proximidades de Lalín, aunque curiosamente no pasa por la pujante capital de la comarca, y la evita internándose por caminos que recorren las aldeas de Baxán, Botos y Donsión. En contraste con lo visto en la provincia de Ourense, la señalización de esta zona está bastante descuidada, y es frecuente encontrarse con señales deterioradas o en las que han arrancado algunos de sus elementos identificativos, aunque el paisaje nada tiene que envidiar al anterior.
En una zona próxima al Polígono Industrial Lalín 2000, en A Laxe, donde la Xunta ha decidido ubicar un moderno y funcional albergue, el camino coincide con la carretera N-525 en un pequeño tramo donde hay un bar-restaurante que se anuncia a los peregrinos. Allí aprovecho la oportunidad para hacer un descanso a mitad de etapa y tomarme un café con leche y unos sobaos.
La marcha continúa después por una maraña de pistas y caminos que evitan la carretera, pero avanzan en paralelo a ella por un pequeño caos de lugares habitados e instalaciones agrícolas que han crecido en sus costados, Vilasoa, Bendoiro, Prado, A Borralla... que se alternan con zonas arboladas o de pradera.
En las proximidades del Río Deza se recupera el antiguo Camino Real, que todavía conserva un importante tramo empedrado que atraviesa las encajonadas aguas del río sobre el Ponte Taboada. Construido en el año 912 en un lugar de paso obligado entre las ciudades de Santiago y Ourense, su arco románico se asentó entre dos peñascos, en sustitución de una estructura de madera anterior de la que conservó el nombre, Pons Tabulata. El lugar es de gran belleza, y está rodeado de una frondosa vegetación que llega a echar raíces en sus muros. Actualmente es lugar de paso de peregrinos y punto de unión entre los términos municipales de Lalín y Silleda.
El enlosado de piedra continúa en el tramo de subida que llega hasta la aldea de Taboada, a la que llegué justo después del mediodía. En su Iglesia de Santiago acaban de celebrar la Misa del Corpus, por lo que pude visitar el interior de este pequeño templo románico construido en el Siglo XII, que tiene en el tímpano de la entrada un grabado con la figura de Sansón desquijando a un fiero león. Fue edificada sobre una antigua necrópolis, uno de cuyos sarcófagos de piedra se conserva junto al cruceiro situado a su entrada, donde también se puede contemplar una moderna figura en piedra dedicada a Santiago el Peregrino.
Al salir de la iglesia, el Camino Real se interna entre las sombras del Couto de Trasfontao, un hermoso bosque de robles que se interrumpe bruscamente al llegar al Parque Empresarial de Silleda, que ocupa una parte de su territorio. El paseo por la excepcional carballeira se reanuda poco después, y continúa hasta llegar al Pazo de Trasfontao, donde varios árboles de gran tamaño dan cobijo a un edificio amurallado del Siglo XVIII que cuenta entre sus dependencias con un gran hórreo, un palomar circular y una capilla dedicada a Santo Tomé. Recientemente ha sido adquirido para ser rehabilitado y dedicado a uso privado.
El camino continúa empedrado en la bajada hacia el Rego de Mera, y después de recorrer el territorio de varias granjas ganaderas, entra en Silleda. La localidad cuenta con todos los servicios, y su actividad económica principal se basa en las actividades agropecuarias. Su desarrollo reciente gira en torno a su recinto ferial, donde se celebra la Semana Verde de Galicia, pero salvo la Iglesia de Santa Baia carece de edificios de especial interés histórico o arquitectónico. Ésta era una de las opciones que manejaba como final de etapa, pero como llegué sobre las 13 horas, todavía me sobraban fuerzas y tiempo para continuar, y tiré del teléfono de un hotel en Bandeira para reservar una habitación. Esta tarde, la selección española de fútbol comenzaba su participación en el mundial con un partido contra Italia, y el evento merecía ser disfrutado con todas las comodidades. Hoy me daría un homenaje.
El núcleo urbano se abandona siguiendo el arcén de la carretera N-525, hasta que la ruta abandona el asfalto y prosigue por una serie de caminos que avanzan en paralelo a la vía principal, pero a una distancia suficiente para no advertir su presencia y disfrutar del entorno natural. Se recorren de esta manera las pequeñas aldeas de O Foxo y San Fiz, y se pasa junto a varias explotaciones ganaderas hasta que, poco después de atravesar un puente sobre la autovía AP-53, el camino vuelve a retomar el asfalto y entra en Bandeira por carretera.
Bandeira es una localidad de casi mil habitantes que pertenece al municipio de Silleda, cuya economía se basa también en las actividades agrícolas y ganaderas. Su origen es debido a las ferias que se celebraban junto a un cruce de caminos, en las proximidades de una casa fuerte denominada Casa da Bandeira. El crecimiento de la villa en torno a la carretera nacional es reciente, y cuenta con buenos servicios, pero carece de albergue para peregrinos a pesar de que se encuentra a poco más de 30 kilómetros del final del Camino. Hay un pequeño albergue de ocho plazas dentro de las instalaciones del Camping de Medelo, en medio de la nada, sin ningún tipo de servicios, y apartado casi 3 kilómetros fuera de la ruta, pero todas las guías lo consideran un lugar poco recomendable.
Me instalé por un precio razonable en una habitación doble del Hotel Victorino, donde me pude duchar cómodamente y dormir una buena siesta. La habitación tenía televisión, pero la pantalla era pequeña y la ocasión merecía mayor amplitud de imagen. Cuando a media tarde salía hacia una cafetería próxima que ya tenía localizada, entraba buscando alojamiento Andreas, el teólogo aleman. Como no le interesaba el fútbol, quedamos emplazados para vernos a la hora de la cena.
El partido no dio mucho de sí. La selección española salió a jugar sin delantero centro y le costó entrar en el partido. Tras empatar el gol que Italia marcó en la segunda parte, ambas demostraron tenerse mucho respeto, y ninguna de las selecciones fue capaz de desequilibrar de nuevo el marcador. Por entonces todavía no sabían lo que sucedería unos días después, en la final del campeonato...
Después de la cena, sentados a la mesa en torno a una botella con dos vasos de vino y sin nada mejor que hacer hasta que llegase la hora de retirarnos, dedicamos un buen rato a la charla. Ya fuese por la proximidad de la catedral, o por la influencia invisible del apóstol, o lo que es más probable, por la perniciosa consecuencia de los efluvios del alcohol, el caso es que terminamos hablando de temas religiosos... Al mostrarle mi curiosidad sobre sus estudios de doctorado en teología, me comentó que el objeto de su tesis era La Vocación. Le pregunté entonces si después del trabajo de investigación que llevaba acumulado podía definir ese concepto de forma certera, a lo que me contestó con un ambiguo "depende" que habría erizado el vello al Papa Benedicto, enemigo declarado del relativismo. Es posible que en la respuesta se hubiese dejado influir por el ambiente y el paisaje gallego, pero sólo estaba calentando motores...
Hablamos del actual descenso de vocaciones religiosas, de los seminarios casi vacíos, de la avanzada edad de la mayoría de los sacerdotes, de la carencia de fe en gran parte de la población... Circunstancias todas ellas coincidentes, tanto en España como en Alemania, y que ponen en riesgo la continuidad de la transmisión cultural de la religión, pero de las que afirmó no sentirse preocupado. Dice no creer en la religión transmitida por medio de la educación o el entorno cultural porque genera individuos poco comprometidos. Según sus palabras, "Mejor pocos creyentes, pero auténticos. La fe no puede limitarse a creer en una idea, sino que debe ser la consecuencia de algo vivido, de la experiencia de un encuentro, de un encuentro con Dios. Yo nunca daría la vida por una simple idea..."
Como la conversación había entrado en el terreno personal, le confesé que yo no pertenecía a ese grupo de elegidos, que nunca había participado de esa experiencia ni vivido ese encuentro "... pero respeto tu forma de pensar aunque no llegue a compartirla ni comprenderla, como también respeto a los que tienen otras creencias, en la medida en que no utilicen la coacción o la violencia para tratar de imponerlas". Para mi sorpresa, un tanto alterado me contestó que él no podía respetar a los que tenían una fe o unas creencias distintas, porque habían demostrado que eran el resultado de culturas inferiores... "Y si no, mira lo que está pasando con los musulmanes".
Para mí, que siempre prefiero mantener una distancia escéptica en estos temas, sus palabras habían llegado a un punto de no retorno. Lo achaqué a sus posibles limitaciones en el uso de otro idioma que no era el suyo, y así se lo dije, pero como no mostró ninguna intención de matizar o reorientar sus tajantes afirmaciones, di por finalizada la conversación y me despedí de él. No volvimos a encontrarnos.
- Descargar el itinerario de la etapa en un archivo para Google Earth: Clicar AQUÍ
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6 comentarios:
"Epatada" (no está en el diccionario de la RAE pero debiera) he quedado con la conversación con el teólogo. Seguro que, a pesar de ser alemán, no ha leído a Hans Küng ni a Rahner; de lo contrario, no haría esas declaraciones ¿o sí?, y demostraría, en ese caso, ser muy "corto".
Lo demás, como siempre, fantástico. Qué poquito "nos queda".
No se a que me recuerda eso de que la religión es una respuesta personal ante una llamada .....
Pero vamos a hablar de gastronomía; por cierto pasando por Lalin y no degustar su famoso cocido, me parece que es renunciar a uno de los atractivos del camino
Nando, la ruta no pasa por Lalín, pero, si alguna vez te decides, haremos el recorrido gastronómico del camino. Aunque creo que será mejor hacerlo en coche...
Pues a mí no me "epata" lo más mínimo... Es la consecuencia lógica del consabido "Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie llega al Padre si no por mí", lo cual unido al "tú eres Pedro y sobre esa piedra edificaré mi iglesia" da una lectura clara: La Iglesia Católica y su interpretación del cristianismo es la única opción para la salvación y los demás credos o la ausencia de religión son opciones erróneas y, por tanto, inferiores. Pues claro que sí ¿Quién que sustente algo como cierto no lo considera superior a lo que considera erróneo? Fue coherente. Abominablemente alucinado, pero coherente con su fe. Lo escandaloso no es su interpretación: no existe otra aproximación al tema de la salvación que no comprometa con laxitudes e intentos conciliadores con las sensibilidades modernas la integridad de lo que a sus ojos ha sido revelado por Dios. Lo que falla es la base: la cesión de todo entendimiento de la realidad a unos textos sagrados que surgieron en una época histórica en la que el que sabía leer era considerado poco menos que mago y en la que los reyes se estilaban así mismos como hijos de dioses para justificar la proveniencia de su poder. Lo asombroso e impactante es que muchas mentes sigan siendo esclavas de esa falacia que, cabalgando sobre binomios de poder análogos (faraón-escriba, rey-sacerdote), se ha perpetuado a lo largo de la historia asistida por la coacción y la ignorancia. Ese es el problema, el cómo “carallo” los conocimientos adquiridos al margen de la religión por la civilización humana durante siglos de ciencia y cultura no ha acabado todavía con esa lacra, con la veneración ciega de unos libros utilizados por gentes de mentalidades mitológicas y en todo punto anacrónicas (y hasta salvajes, si no ved como el Antiguo Testamento trata a mujeres, esclavos, extranjeros y legitima incestos y crueldades increíbles) para explicarse a sí mismas y darse cohesión, son vistos todavía por algunos como compendio de todo conocimiento necesario, cuando ni siquiera resisten un somero análisis filológico o literario, por no hablar de sus incoherencias y contradicciones lógicas según se lea aquí o allá.
Buf, la última frase no está bien ligada, pero, en fin... Es el Espíritu Santo que no me asiste.
Madre mía, Carlos. A ver quién te quita la razón ;-)
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