viernes, 19 de noviembre de 2010

Etapa 6: PUENTE LA REINA - VILLAMAYOR DE MONJARDÍN

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Sábado, 2-10-2010: De Puente la Reina a Villamayor de Monjardín (32 Km.)

  El milagro de Airtal

Cielos cubiertos al amanecer que se despejan a mediodía. Buena temperatura

Aunque he entrado ya en terreno conocido, a partir de Puente la Reina empieza un nuevo Camino, en el que la  gran cantidad de peregrinos que vienen por la vía de Roncesvalles hace difícil que se repitan las soledades de la ruta aragonesa. Ahora está mejor equipado de albergues y de todo tipo de servicios para los peregrinos, con lo que aumentan las posibles alternativas para preparar el itinerario a recorrer en cada jornada, pero hay que contar  también con el riesgo de que los albergues se completen y haya que desplazarse un poco más para encontrar una plaza en el siguiente.

Bien desayunado, y con el día recién amanecido, vuelvo a pasar junto al puente medieval y continúo por la ribera del Arga en dirección a Mañeru, donde destaca a lo lejos la torre de la Iglesia de San Pedro, por donde paso de largo. Parece que el nuevo antiinflamatorio ha comenzado a hacer efecto y, después de un rato caminando en el que las articulaciones se ponen a tono, he vuelto a recuperar en parte el ritmo alegre de los primeros días. Esta zona de Navarra es tierra de vino, y a ambos lados del camino se ven grandes plantaciones con las cepas alineadas y cargadas con racimos de uvas moradas. Es tiempo de cosecha.


El terreno es accidentado, con continuos repechos que, aunque no tienen unas pendientes muy prolondadas, alguna hubo  que se nos llegó a hacer dura cuando tuvimos que remontarla el año anterior montados sobre la bicicleta. Sin embargo, caminando se superan sin mayores dificultades.  Sigo la marcha con la vista puesta en lo alto del cerro donde se asienta Cirauqui, hermosa villa a la que se accede a través de un arco gótico, con calles empinadas y recios caserones que conservan en sus fachadas los portalones originales con forma de arco. En lo más alto, junto a su plaza porticada, sobresale la Iglesia de San Román, en la que cabe destacar su hermosa portada.



Cruzando a través de uno de los arcos de la plaza comienza la calle de bajada por la que, ya saliendo del pueblo, se accede a un tramo bien visible de calzada romana, la antigua vía de Pompaelo a Vareia, que conserva los deteriorados restos de un puente por donde pasan los peregrinos.

Tras cruzar la autovía A-12, entre subidas y bajadas vuelve a aparecer esta histórica vía de forma intermitente, avanzando en paralelo a un camino agrario que da servicio a los campos de viñedo. Veo una furgoneta blanca que avanza hacia mí y se detiene. Cuando llego a la altura de su conductor, deseándome un buen camino me alarga por la ventanilla un racimo de uvas  moradas recién cortado. Sorprendido por el gesto, le doy las gracias y continuo mi marcha dando buena cuenta del apetecible regalo. ¡Nunca unas uvas me supieron tan dulces! Apuesto a que la cosecha de 2010 tendrá la calificación de "excelente".



Tanto si van a pie como en bicicleta, el hecho de cruzarse con otros peregrinos pasa a ser ya algo habitual. ¡Buen Camino!  Es el deseo que se recita de modo ritual al pasar a su altura y, según sus rasgos físicos, el tono y los matices de la respuesta, se puede averiguar con cierta precisión el lugar de origen de los que responden, la mayoría extranjeros.

Siempre con la autovía a la vista, casi sin darme cuenta he dejado atrás la localidad de Lorca, situada en pleno escenario de las Guerras Carlistas y desde donde se divisa el Montejurra. Lo mejor para mí es que las molestias que me torturaban el día anterior en el talón se han reducido en una proporción considerable. ¡Bendito Airtal! Empiezo a pensar que mi tendinitis tiene remedio, aunque voy todavía con cuidado de no forzar el ritmo ni alargar el paso en exceso.

Tras cruzar de nuevo la autovía bajo un túnel, a través de una moderna urbanización se llega a Villatuerta, a la que se accede pasando sobre un coqueto puente medieval. La Iglesia de la Asunción tiene aspecto de una robusta fortaleza, pero me llama más la atención a la salida del pueblo, en un descampado entre olivos, la pequeña Ermita de San Miguel, que rompe el horizonte de la imponente Montaña de Montejurra.



Tras seguir luego durante un buen trecho por la ribera izquierda del Río Ega, la ciudad de Estella, asentada en uno de sus meandros, recibe al peregrino en la Iglesia del Santo Sepulcro, donde merece la pena detenerse unos instantes para contemplar su fachada gótica en la que, a ambos lados de su portada, destacan las figuras de los doce apóstoles.



Por el histórico Puente de la Cárcel se accede al otro lado del río, donde se ensancha la ciudad y se asienta el actual centro urbano, pero el Camino discurre siempre por el margen izquierdo, en el que se encuentra la mayor parte de su impresionante patrimonio monumental. Siguiendo la Rúa de Curtidores se puede visitar el Palacio de los Reyes de Navarra, la Iglesia de San Pedro de la Rúa, el antiguo Ayuntamiento... Pero entre entre iglesias, palacios y conventos se me ha hecho la hora de comer y hay que ir a lo práctico. Por el Puente de los Azucareros cruzo a la otra orilla del río y busco un sitio junto a la Plaza de los Fueros donde me atienden como aquí saben hacerlo.



Este lugar me trae a la memoria muchos recuerdos y, una vez bien satisfechas mis necesidades básicas, no puedo pasar sin hacer una llamada a Javier, un viejo y buen amigo navarro, que tras la sorpresa inicial me dedica unos minutos de agradable conversación y, al despedirnos, desde Madrid me encomienda un encargo que he de cumplir a mi llegada a Compostela.

Otra vez en marcha, por la Calle de San Nicolás voy enfilando la salida de la ciudad, y sin solución de continuidad entro en las modernas urbanizaciones de Ayegui, localidad convertida casi en un barrio de Estella, desde cuya parte alta se puede ver la silueta del Monasterio de Irache. A su vera se encuentran unas bodegas que encierran una fuente milagrosa que ofrece permanentemente agua o vino, a voluntad del peregrino .


Una vez se deja atrás el asfalto que atraviesa las urbanizaciones de Irache, el camino entra en un bosquete de robles y encinas desde el que se puede ver el Pico Monjardín coronado por el Castillo de San Esteban de Deio, que fue construido por los árabes en el Siglo IX, en cuya ladera se encuentra el final de la etapa de hoy.

Tras  bajar  un tramo con alguna revuelta y cruzar un arroyo, se bordea el pueblo de Azqueta para comenzar una exigente subida por la ladera  en la que se asienta Villamayor, adonde llegaré a las cuatro de la tarde. Situado junto a la Iglesia de San Andrés, de planta románica y torre barroca, el albergue parroquial tiene todavía plazas libres, pero decido seguir hasta el siguiente, que está situado en la parte más alta del pueblo y lo atienden hospitaleros  voluntarios de una fundación holandesa. La decisión supone un poco más de esfuerzo pero es acertada.


El albergue "Hogar de Monjardín" agrupa dos  casas de piedra  muy bien conservadas, y restauradas con  el acierto de mantener sus materiales originales. Como la ocupación es alta, la hospitalera me asigna cama en una habitación de cinco plazas situada en la buhardilla, que he de compartir con cuatro coreanos, tres hombres y una mujer, que llegarán  poco después. Al final de la tarde resulto ser la única persona que habla español en todo el albergue, y debido a mi gran dominio del inglés tengo que explicarme con mi particular código de señales, que demuestra tener validez internacional... o casi.

Hoy he terminado la etapa bastante bien, pero al final mi pierna izquierda ya pedía descanso. La habitación que me han asignado tiene acceso a una terraza que se usa como tendedero-solarium y que tiene unas excelentes vistas de Villamayor y sus alrededores. Desde aquí se domina la amplia extensión de viñedos que pertenecen a las Bodegas Castillo de Monjardín, situadas a la entrada del pueblo. Mientras disfruto del sol y de la amplia panorámica se me ocurre examinar el estado deplorable de mis pies. Espero que mañana la inflamación de mi talón izquierdo se haya reducido un poco más, porque hoy se ha portado "como un campeón". Me seguiré encomendando al "Gran Poder del Airtal", que todo lo cura.




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5 comentarios:

Be* dijo...

Me encantaría observar en primera persona ese lenguaje de gestos internacional tuyo...seguro que la estampa no tiene precio...jajajaja

Miguel Aradas dijo...

La hospitalera no sabía "ni papa" de español.
Para desayunar sólo tuve que decir "brecfast" y me señaló una mesa donde me tenía que sentar.
¡Funcionó!

Nando dijo...

¿podrías incluir los platos o comidas típicos y poco conocidos de los lugares donde paraste?; es una idea, no quiero darte más trabajo.
Lo de las uvas un puntazo

Be* dijo...

Al final aprendes inglés por ósmosis en nuestra casa quieras o no....muahahahahahaha!!!

Miguel Aradas dijo...

Nando, siento decepcionarte, porque mi presupuesto no me daba para muchos alardes culinarios más allá del socorrido "Menú del peregrino", pero... algo habrá.