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Frío en la ciudad de la piedra dorada
Nos embarcamos en esta nueva aventura con la experiencia acumulada en ocasiones anteriores y esta vez mejoramos la técnica de embalaje de las bicicletas para su transporte en autobús. El secreto consiste en un simple rollo de film transparente con el que se le van dando vueltas hasta que queda completamente "empaquetada".
Con los bultos preparados la tarde anterior, acordamos presentarnos en la Estación de Autobuses con tiempo suficiente para no pasar apuros, y todos fuimos puntuales a la cita, incluido el conductor, que arrancaba de la dársena a las 9.30 con nuestro equipaje perfectamente estibado en la bodega.
El autobús de la empresa Dainco (Gruo ALSA) recorrió a la inversa el mismo territorio que tendríamos que atravesar durante los días siguientes a fuerza de pedal. El terreno ondulado y verde característico de la geografía gallega se transforma en la provincia de Orense en una extensa orografía montañosa. Encontramos cielos muy nubosos y nieve en el Puerto de Padornelo, ya en territorio zamorano, con parada en las proximidades de Puebla de Sanabria y tiempo para comer un bocadillo. En la continuación, el horizonte se va suavizando hasta que entra en la meseta castellana, convirtiéndose en un paisaje monótono entre Zamora y Salamanca donde no hay desniveles apreciables. El tráfico era fluido, y entramos en la estación de destino un poco antes de la hora prevista.
A pesar de que llamamos la atención de algún curioso que no contenía sus ganas de hablar, al bajarnos del autobús desembalamos el equipo con mucha agilidad, y pronto estábamos preparados para desplazarnos por las calles de la capital charra hasta el lugar en que pasaríamos la noche, el domicilio de Agus y Ana, que fueron para nosotros un gran apoyo. Una vez aposentados en nuestro acogedor destino, y después de hacer unos recadillos, nos quedaba todavía el pequeño trámite de sellar nuestras credenciales en el albergue de inicio, que una vez cumplimentado nos dejaría libre el resto del tiempo para recorrer y disfrutar de la ciudad.
El albergue de peregrinos Casa de la Calera está situado en pleno casco histórico, en un edificio restaurado muy cercano a la Catedral Nueva. Por la parte trasera de ésta se accede a la Calle del Arcediano, que remata en una pequeña plazuela donde también se encuentra el Huerto de Calixto y Melibea, sugerente jardín que quedó inmortalizado por Fernando de Rojas desde que en 1502 se publicara su más conocida novela: La Celestina. Era media tarde y se apreciaba un intenso movimiento de peregrinos en el interior del albergue, un espacioso edificio con buenas instalaciones.
La Vía de la Plata en Bici: De Salamanca a Santiago
Sábado 18-5-2013 - Traslado y visita a Salamanca
Salida: 9.30 - Llegada: 16.15
Frío en la ciudad de la piedra dorada
Cielos casi despejados con temperaturas de invierno (Máx. 10ºC)
Nos embarcamos en esta nueva aventura con la experiencia acumulada en ocasiones anteriores y esta vez mejoramos la técnica de embalaje de las bicicletas para su transporte en autobús. El secreto consiste en un simple rollo de film transparente con el que se le van dando vueltas hasta que queda completamente "empaquetada".
Con los bultos preparados la tarde anterior, acordamos presentarnos en la Estación de Autobuses con tiempo suficiente para no pasar apuros, y todos fuimos puntuales a la cita, incluido el conductor, que arrancaba de la dársena a las 9.30 con nuestro equipaje perfectamente estibado en la bodega.
El autobús de la empresa Dainco (Gruo ALSA) recorrió a la inversa el mismo territorio que tendríamos que atravesar durante los días siguientes a fuerza de pedal. El terreno ondulado y verde característico de la geografía gallega se transforma en la provincia de Orense en una extensa orografía montañosa. Encontramos cielos muy nubosos y nieve en el Puerto de Padornelo, ya en territorio zamorano, con parada en las proximidades de Puebla de Sanabria y tiempo para comer un bocadillo. En la continuación, el horizonte se va suavizando hasta que entra en la meseta castellana, convirtiéndose en un paisaje monótono entre Zamora y Salamanca donde no hay desniveles apreciables. El tráfico era fluido, y entramos en la estación de destino un poco antes de la hora prevista.
A pesar de que llamamos la atención de algún curioso que no contenía sus ganas de hablar, al bajarnos del autobús desembalamos el equipo con mucha agilidad, y pronto estábamos preparados para desplazarnos por las calles de la capital charra hasta el lugar en que pasaríamos la noche, el domicilio de Agus y Ana, que fueron para nosotros un gran apoyo. Una vez aposentados en nuestro acogedor destino, y después de hacer unos recadillos, nos quedaba todavía el pequeño trámite de sellar nuestras credenciales en el albergue de inicio, que una vez cumplimentado nos dejaría libre el resto del tiempo para recorrer y disfrutar de la ciudad.
El albergue de peregrinos Casa de la Calera está situado en pleno casco histórico, en un edificio restaurado muy cercano a la Catedral Nueva. Por la parte trasera de ésta se accede a la Calle del Arcediano, que remata en una pequeña plazuela donde también se encuentra el Huerto de Calixto y Melibea, sugerente jardín que quedó inmortalizado por Fernando de Rojas desde que en 1502 se publicara su más conocida novela: La Celestina. Era media tarde y se apreciaba un intenso movimiento de peregrinos en el interior del albergue, un espacioso edificio con buenas instalaciones.
Salamanca es una hermosa y monumental ciudad de dilatada historia, que acoge la sede de la más antigua universidad europea y cuyo casco histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Tomada en el Siglo III a. C. por las huestes de Aníbal en su avance por las tierras de Hispania, la antigua Helmántica fue un importante enclave ya en tiempo de los romanos, quienes, para salvar el cauce del Río Tormes y dar continuidad a la Vía de la Plata, en el Siglo I construyeron los 26 arcos que completan un excepcional Puente Romano que se conserva actualmente como paseo peatonal. Tras la invasión musulmana, la ciudad quedó prácticamente despoblada, y no fue hasta después de la Reconquista cuando cobró nuevo auge, y en ella se fueron reuniendo gentes de muy distinto origen. Castellanos, portugueses, gallegos, leoneses, serranos procedentes de las montañas asturianas... fueron repoblando los diferentes barrios y levantando sus respectivas iglesias. La mayor parte de sus monumentos y edificios emblemáticos, así como sus dos catedrales, están construidos en piedra arenisca proveniente de las canteras de Villamayor de Armuña, que tienen un característico tono dorado.
La Catedral Vieja de Santa María, proyectada también como fortaleza, comenzó a construirse en el primer tercio del Siglo XII. Combina elementos románicos y góticos, entre los que destaca el cimborrio de inspiración bizantina, popularmente conocido como La Torre del Gallo, el magnífico retablo del Altar Mayor y varias de sus capillas interiores. De su fachada frontal original y de sus torres casi no quedan restos, ya que fue tapada por la construcción posterior de la Catedral Nueva, quedando adosada a ella como si fuese una más de sus capillas.
La Catedral de la Asunción de la Virgen fue construida entre los Siglos XVI y XVIII, debido al crecimiento de la ciudad, en una mezcla de estilos donde se pueden apreciar importantes elementos del gótico tardío y del barroco. La torre y algunas partes de su estructura quedaron seriamente dañadas por el Terremoto de Lisboa del año 1755, por lo que tuvieron que ser reforzadas o sustituidas. Uno de sus elementos más destacados es el pórtico de su fachada principal, pero se encuentra dando frente a una calle estrecha y poco vistosa.
El rey Alfonso IX de León otorgó en 1.218 el grado de Studium Generale a las escuelas catedralicias de Salamanca, pero no fue hasta 1.254, después de unido su reino con el de Castilla, cuando su nieto Alfonso X El Sabio le otorgó el título de Universidad, ratificado al año siguiente por el Papa Alejandro IV, y es desde entonces la primera institución educativa europea en ostentar ese título. Nombres como Antonio de Nebrija, Francisco de Vitoria, Fray Luis de León, Luis de Góngora, San Juan de la Cruz, Calderón de la Barca o Miguel de Unamuno permanecerán para siempre unidos a su historia. Al denominado Patio de Escuelas da frente la fachada plateresca de su edificio principal o Escuelas Mayores, que se comenzó a construir en 1411 y se terminó en 1533, tras la muerte de los Reyes Católicos. Desde allí se accede también al claustro de las Escuelas Menores, donde los alumnos recibían las enseñanzas básicas previas al acceso a la universidad
La vida social de Salamanca pivota en torno a su concurrida Plaza Mayor, construida en el Siglo XVIII según un proyecto de Alberto Churriguera en forma de cuadrilátero irregular, en el que destaca la fachada del Ayuntamiento, cuyas torres nunca llegaron a construirse. Como en otras plazas castellanas, al amparo de sus 88 arcos se encuentran innumerables bares y terrazas, y es uno de los lugares principales de paseo para sus visitantes.
En compañía de nuestros anfitriones seguíamos callejeando por esta ciudad plagada de monumentos, y como en tan poco tiempo es imposible abarcar con gran detalle todo lo que merece la pena ser visitado, nos centramos exclusivamente en sus edificios más emblemáticos. Nos llamó la atención la Casa de las Conchas que, construida a finales del Siglo XV como palacio de un caballero de la Orden de Santiago, llegaría a ser más tarde una cárcel para universitarios, y actualmente alberga una biblioteca pública y un hermoso patio interior con dos plantas porticadas.
La impresionante fachada de la Iglesia de La Clerecía, sede actual de la Universidad Pontificia, es de estilo barroco, y su construcción fue impulsada por la esposa de Felipe II en desagravio a la prisión sufrida por Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas y condenado por la Inquisición. El Palacio de Monterrey, el Colegio de Calatrava, iglesias, conventos, palacios y casas señoriales, colegios, museos... componen una lista interminable imposible de abarcar en una sola tarde.
También merece la pena contemplar la impresionante fachada plateresca de la Iglesia de San Esteban, un auténtico retablo de filigrana labrada en piedra. En el interior de su convento se llegó a alojar en su día el mismo Cristóbal Colón, para defender ante los teólogos de la Universidad la posibilidad de llegar hasta las Indias navegando con rumbo hacia Occidente. Hoy acoge la sede de una Facultad de Teología regentada por los dominicos, heredera del Estudio General de Teología iniciado en el Siglo XIII .
Entre los innumerables rincones que van surgiendo a nuestro paso por las calles de esta ciudad dorada, llama la atención la robusta construcción de la fortaleza que albergó al clavero de la Orden de Alcántara, de la que sólo se conserva una robusta torre. Y ya un poco cansados, cuando la tarde iba llegando a su fin, en la Cuesta de Carvajal visitamos un rincón especial que casi pasa desapercibido. Se trata del pasadizo que da acceso a una torre medio escondida, que aquí llaman la Cueva de Salamanca, donde según la tradición popular, aprovechando la oscuridad de la noche, el mismísimo diablo impartía clase de adivinación, brujería y demás ciencias ocultas. Cuentan que uno de sus alumnos más aventajados fue el propio Maestre de la Orden de Calatrava, el Marqués de Villena, y que fue la misma Isabel La Católica quien durante su reinado ordenó tapiar sus entradas.
Y de tanto repetir el gesto de mover las piernas y abrir los ojos, en esta rápida ronda turístico-cultural, casi sin darnos cuenta empezamos a sentir hambre y sed, que fuimos calmando generosamente en la no menos interesante ronda lúdico-gastronómica que vino después. Así en locales como El Real, Casa Paca, Cervantes... fueron cayendo de manera sucesiva unas refrescantes dosis de cerveza, acompañadas de excelentes tapas que terminaron por calmar nuestros instintos más primarios. Aunque hay que decir que nos quedó una cuenta pendiente con unos "huevos rotos" que salían de la cocina cuando ya nos despedíamos de uno de los locales...
Por la calle hacía un viento frío para el que no estábamos excesivamente preparados y, cuando el sol desapareció de la escena, pocos argumentos nos quedaban para continuar con sufrimiento la que había sido una tarde completa, por lo que decidimos dirigirnos hacia el domicilio de nuestros anfitriones y rematar allí la jornada de una manera más agradable. Tampoco prolongaríamos la velada en exceso, porque al día siguiente nos tocaba levantarnos temprano para continuar con nuestra particular aventura...
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2 comentarios:
Ya está Miguel a todo tren...
Gracias, esperando ansioso las siguientes etapas
Ahí Miguelón . Estupendo relato y unas fotos chulísimas.
Ahora a Zamoraaaa......
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