jueves, 2 de diciembre de 2010

Etapa 9: VENTOSA - SANTO DOMINGO DE LA CALZADA

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Martes, 5-10-2010: De Ventosa a Santo Domingo de la Calzada (32 Km.)

  El valor de una cortinilla

Cielos casi despejados. Temperaturas agradables


 Está amaneciendo cuando salgo del albergue de Ventosa. Después de recorrer un pequeño tramo que me devuelve de nuevo al camino, comienza la subida por un  firme pedregoso que, aunque no muy larga, el año anterior nos obligó a echar pie a tierra y a empujar las bicicletas, el alto de San Antón, zona donde multitud de peregrinos se han entretenido en construir con cantos rodados gran cantidad de hitos piramidales, similares a los que me encontré  en la segunda etapa antes de llegar a Puente la Reina de Jaca, pero menos.

Más adelante, en una pequeña elevación denominada el Poyo de Roldán, se encuentra un guardaviñas, curiosa construcción circular propia de esta zona, que se usaba para vigilar los viñedos y para que los pastores se resguardasen de las inclemencias del tiempo. Menos mal que ahora es poco más que un elemento decorativo, porque si me echan cuenta de las uvas que he ido comiendo estos días...




Según se narra en el Códice Calixtino, en el Siglo VIII se produjo por estos parajes el combate entre Roldán, sobrino de Carlomagno, y Ferragut, un enorme musulman de origen sirio que dominaba sobre Nájera y que había hecho gran cantidad de prisioneros entre los cristianos. Ambos tenían tras de sí a un numeroso ejército, pero la contienda derivó en una lucha personal de la que salió victorioso Roldán, liberando a los cristianos de la tiranía del sarraceno. De ahí le viene el nombre al Poyo.

Una vez en el valle del Río Najerilla, los viñedos siguen dominando el paisaje. Por caminos rodeados de terreno arcilloso se bordea una enorme gravera en plena actividad extractiva y, tras atravesar por dos veces la carretera N-120, llegamos a las inmediaciones de Nájera, ciudad histórica que fue frontera entre moros y cristianos. No queda más remedio que recorrer su parte nueva por la Calle de San Fernando, que llega hasta el cauce del río, para entrar en el casco antiguo cruzando el puente de San Juan de Ortega.


En el Siglo XI, bajo el reinado  de Sancho III el Mayor, Nájera fue capital del reino cristiano  que abarcaba buena parte del norte de la península. A su muerte en 1035 repartió su imperio entre sus tres hijos, dando origen a los reinos de Navarra, Aragón y Castilla. En el mismo siglo se culminará la obra del Monasterio de Santa María la Real, monumento emblemático de la ciudad y panteón de los reyes de Nájera-Pamplona, aunque su iglesia actual, de estilo gótico florido, fue levantada  a lo largo de los Siglos XV y XVI. En su interior se conserva  una entrada a la cueva en la que en 1044 el rey encontró una imagen de la virgen y que fue el primitivo origen del monasterio. A ella se atribuyeron las posteriores victorias en las guerras contra los musulmanes.


Los característicos cortados verticales de piedra rojiza que limitan la ciudad por el Oeste se superan rodeando el monasterio y subiendo por la Calle de la Costanilla, hasta que se convierte en un camino que continúa el ascenso por un agradable paisaje entre pinos. En la parte alta entramos de nuevo en las amplias extensiones cubiertas de viñedos, con la Sierra de la Demanda que se presenta en el horizonte y, en poco más de una hora de avanzar por caminos agrícolas, entramos en Azofra.


Se trata de un pueblo  de origen árabe, bastante anodino, atravesado por una carretera que es también su Calle Mayor, y cuyo edificio más visible es la  robusta iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.  Un par de escudos blasonados en alguna de sus fachadas, una casona rehabilitada como establecimiento turístico y poco más que destacar aparte del descomunal albergue de nueva construcción que se puede ver al abandonar la localidad. A poco más de un kilómetro de la salida del pueblo se encuentra una picota, columna de piedra en la que se aplicaba a los malhechores y salteadores de caminos la justicia empleada en el siglo XVI.




Azofra va quedando atrás, y también las últimas grandes extensiones de viñedos de  La Rioja. El paisaje cambia ahora progresivamente y abandona las tierras rojizas donde crecen las cepas de tempranillo para internarse en  otras en las que dominan los colores pardos, más apropiadas para el cultivo de cereal. El camino pasa a escasos kilómetros de San Millán de la Cogolla, con los Monasterios de Suso y de Yuso, lugar donde se sitúa el origen de los primeros textos escritos en lengua castellana.



Ya superados mis problemas con la tendinitis  puedo volver a recuperar el ritmo alegre de los primeros días. La llanura es amplia, el camino llevadero y el sol colabora aportando la temperatura adecuada para hacer de la ruta un agradable paseo. El camino está salpicado hasta donde alcanza la vista por multitud de peregrinos que avanzan a diferentes ritmos o se paran a descansar aprovechando una sombra protectora. Con todos ellos es probable que comparta albergue al final de la jornada. ¡Buen camino, peregrino!


Al aproximarse a Cirueña el camino atraviesa una enorme urbanización de calles rectilíneas, levantada en medio de la nada junto a un campo de golf que también parece haber caído del cielo. El contraste con el entorno es tan grande que seguro que  esta aparición repentina podría considerarse como un hecho digno de estudiar  por los entendidos en fenómenos milagrosos. En el pueblo me detengo para meditar un rato sobre el asunto, junto a una gran jarra de cerveza y una ración de tortilla recién salida de la cocina pero, no habiendo encontrado ninguna explicación plausible, sigo mi itinerario en dirección a la villa de Santo Domingo de la Calzada que, situada a orillas del Río Oja, ya queda a un tiro de piedra.

Después de dejar a un lado varias naves industriales se entra en la Calle Mayor pasando a través de los restos todavía en pie de sus murallas medievales. El la Plaza de la Alameda se encuentra el magnífico albergue de la Cofradía del Santo, institución fundada por Santo Domingo y que ejerce esta labor hospitalaria hacia los peregrinos desde el Siglo XI. Está ubicado en un edificio completamente reconstruido del que sólo se conserva la fachada original, que agrupa la de las tres casas que aparecen en la foto.



Cuenta con  200 plazas para alojar a los peregrinos en unas instalaciones envidiables, con una  cocina muy bien equipada, un gran comedor central, sala de estar con televisión, un patio con buenos lavaderos y tendederos, guarda bicis, servicios médicos... Me asignan la cama alta de una litera en el dormitorio principal, de unas 40 plazas, en una esquina que me pareció bien situada porque me daba soltura para desplegar mis pertenencias y tenía un enchufe en el que cargar la batería del móvil y de la cámara. Todo a pedir de boca. Al fin y al cabo, lo que necesita un peregrino no es  más que una buena ducha y una cama en la que dormir sin ser molestado.

Con las tareas ya hechas, salgo a dar un  paseo por la ciudad antes de que la tarde se eche encima. La Plaza Mayor,  varios conventos  y murallas medievales, arcos góticos, palacios, casas y edificios barrocos... son muchos los monumentos destacables y escaso el tiempo para recorrerlos, pero sobre todos ellos sobresale la torre de la catedral.

Con más de 70 metros de altura y visible a kilómetros de distancia, se trata de una magnífica obra barroca construida en el siglo XVIII, pero separada del edificio principal de la catedral. El motivo es que las corrientes de agua subterráneas no permiten la correcta cimentación en el lugar que se había proyectado su construcción, que resultó fallida en dos ocasiones anteriores.
















La Catedral, separada de la torre por una calleja, se construyó en el Siglo XII para albergar los restos de Santo Domingo. Además del sepulcro del santo, en su interior hay un curioso gallinero gótico ocupado por un gallo y una gallina, ambos de color blanco, que recuerdan el milagro de "la gallina que cantó después de asada". Destacan también el claustro gótico-mudéjar y la sillería del coro, de estilo plateresco.


Después de cenar vuelvo al albergue con ganas de echarme a descansar hasta el día siguiente y entro en el dormitorio donde, aunque todavía son menos de las diez, ya hay gente durmiendo y está la luz apagada. Mi sorpresa es mayúscula cuando descubro el rincón de mi cama completamente iluminado debido a una circunstancia en la que no había reparado a plena luz del día. Un muro translúcido de cristal de pavés lo separa del patio central  que comunica los lugares comunes, que ahora están completamente iluminados. Me toca esperar a que todo el mundo se acueste y  se apaguen las luces.

Pero no, al cabo de más de media hora de espera, esa no parece ser la solución. Las luces centrales se iluminan mediante un detector de presencia que se activa constantemente, cada vez que alguien se mueve en el interior del albergue, por ejemplo para ir a los aseos, haciendo imposibles todos mis intentos por conciliar el sueño. Mi compañera de la cama de abajo y los de varias literas vecinas están como yo, con los ojos como lechuzas, pero no valen de nada nuestras gestiones ante la responsable del albergue. Su capacidad se ha completado y no quedan otras camas disponibles, lo que pude comprobar por mi mismo recorriendo todos los dormitorios, uno a uno.

Aprovecho el desistimiento de uno de uno de mis vecinos, que se marcha a buscar un hotel, para ocupar la cama inferior que tenía asignada. ¡Es mi salvación! Me apaño con la toalla, unas camisetas, pinzas, imperdibles... todo el pequeño arsenal del que dispongo para montar unas cortinillas que, ancladas en el somier de arriba, me aislen de la luz que me atormenta, producto del bello diseño constructivo de un brillante arquitecto. Y...  por fin...  consigo quedarme dormido. ¡Con lo fácil que sería tapar el rectángulo de pavés con una cortina opaca! ¡Cuántos padecimientos acechan la vida de un peregrino a la vuelta de cada esquina!



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2 comentarios:

IÑAKI dijo...

tengo que corregir algo de tu cronica...a la salida de najera decidimos ir al monasterio de san millan ....22 km del ala ..todo llano luego hay que bajar una cuesta donde esta el pueblo que es la cuna de nuestro idioma el castellano ...berceo ... y llegar a san millan ...10 km de bajada ..lo bonito es que hay que subirlos otra vez.....la entrada a san millan 10 euros y esperar 1;30h para el siguiente grupo ...total que nos vamos ...mi compañero no me habla cuando sabe que el viaje fue en balde....y se pira...jajajaj

al final subi 500m y convenci a un conductor de una furgoneta que nos subiera a mi y la bici ...y al cabo de 2 km subio mi compa.......

Miguel Aradas dijo...

Te doy la razón. El desvío desde Azofra también son más de 20 Km., suficientes para añadir una etapa más al recorrido. Es para gente que dispone de muuuucho tiempo y se lo toma con muuuucha calma. O tiene algún interés especial en el tema.